lunes, septiembre 25, 2006

Interpretando radiografías

Últimamente he estado tan atareado que no le he podido dedicar tiempo al blog. Y tengo tantas cosas que contar que no sé por cuál empezar.
Me trajo una analfabeta (no es un insulto, sino un adjetivo: efectivamente no sabe leer ni escribir) la radiografía del pie que le habían hecho a su hijo por un golpe que se dio. Lo vieron en el servicio de Traumatología, donde no vieron nada anormal y lo trataron como una contusión.
El caso es que viene a mí la buena mujer y me dice: ¿pero no ve usted que este hueso está torcido? Y he de reconocer que me hizo dudar: pues sí que un poco torcido está, pensé.
Una semana más tarde vino la misma mujer con otro hijo porque le dolía mucho el pecho. Le pedí una radiografía urgente de tórax que al poco rato me entregó. Me dijo: a que tiene los pulmones muy negros, doctor... Y esta vez no dudé: negros, pero que muy negros.

viernes, septiembre 15, 2006

El primer día de cole

No sé ni porque escribo esta entrada aquí, pero quizá es que ahora ni me siento pediatra, ni humanista, ni "na".
Siempre me han llamado la atención esas madres que en los días de colegio se las ve aceleradas, arrastrando al hijo al cole, con paso más que ligero, mientras que en una mano llevan la mochila, en otra el abrigo y con los dientes agarran el "bocata" del peque. Por no hablar de cuando llueve, que ya no les queda sitio para el paraguas, chubasquero... Yo las miraba y pensaba: "pobres, qué estrés, ¿por qué no saldrán unos minutitos antes?"
Pues bien, este año mi hija ha empezado el cole. Hoy ha tenido a bien despertarse a las 6:50 (una hora y diez minutos antes de lo previsto), todo aquél que tenga turno de tarde sabrá que nosotros no estamos hechos para los madrugones, o al menos nos falta experiencia. Sus primeras palabras, lejos de ser una oda a la belleza de un nuevo día se resumían en: "no quiero ir al cole". Así varias veces, y llorando. En esa situación no hay explicación que valga. Hay que asumirlo: no quiere ir al cole, tiene que ir al cole, a ver qué se nos ocurre para hacérselo más llevadero.
Pues nada, a mí se me ha ocurrido la feliz idea de ir en metro. Entonces, aunque íbamos al cole, lo primero es que íbamos al metro, y la idea le ha gustado. He salido con tiempo, así que todo bien.
Nada más bajar: "papá me hago caca". Pero si hiciste ayer por la tarde... No me lo creía mucho, pero ¿y si era verdad? Yo recordaba los tres momentos clave en los que los niños suelen estreñirse: al introducir alimentos sólidos, al quitar el pañal, y al iniciar el colegio. ¿Acaso induciré con mi negligencia un estreñimiento en mi hija? Pero ahora que iba tan bien de tiempo ¿lo iba a echar todo a perder por una posible llamada de atención? Así que decido seguir.
Bajamos al metro. Llega el primer tren: abarrotado. "Mira hija, qué bonito, un trenecito, con sus vagones, su gente..." No cabemos. Espero al siguiente. Miro el reloj: todavía no vamos mal. Pasa el tiempo. Llega el siguiente tren: a pesar de haberme colocado estratégicamente donde caía la puerta era materialmente imposible entrar. Oh, cielos, se me está torciendo la mañanita.
Así que nada, ni corto ni perezoso cojo la mochila en una mano, a ella la llevo en volandas con la otra, y empiezo a subir escaleras mecánicas de regreso al coche.
En ese momento cualquiera que me haya visto por la calle habrá pensado: "no le dará vergüenza, llevar así a su hija, ya podría haber salido con un poco más de tiempo..."
El resto os lo podéis imaginar, una especie de contrarreloj, híbrido entre Fernando Alonso e Indiana Jones. Ya en el colegio me encuentro un antiguo compañero: Hombre, ¿qué tal por aquí? Entonces le hago la feliz pregunta ¿qué era lo tuyo: una niña o un niño? Se me queda mirando, me sonrojo un poco, caigo en la cuenta de que el colegio es sólo de niñas...
Dejo a mi hija, me despido y doy media vuelta: "Mierda, se me olvidó revisar si llevaba braguitas de recambio..."

jueves, septiembre 14, 2006

Don't think twice

Esto de internet es la pera.
Creo que hay tanta gente que escribe cosas que me imagino que el tiempo que debería dedicarse a poder leer cada una de las páginas de la web sería equiparable a unos 2000 millones de años (igual alguien ha hecho el cálculo).
Ahora que me siento un sujeto activo de este mundo he querido poner este vídeo. Sé que si me pilla mi amigo probablemente me cepilla. Pero es lo bueno que tiene internet: las probabilidades de que mi amigo navegue por esta página deben estar cerca de 1/2000 millones.
Es una canción de Bob Dylan que cantó él con otro amigo nuestro en un "bareto" donde dábamos conciertos (cuando éramos jóvenes).
Tal vez algún día también postee (vaya verbo más raro me ha salido) alguna canción en la que estamos los dos.
Espero que os guste, porque a mí me parece que lo hacen genial.

lunes, septiembre 11, 2006

Pues cuando yo era residente...

Me hace gracia cuando oigo a los adjuntos frases como: "pues cuando yo era residente hacíamos diez guardias al mes, que eran mucho peor que las de ahora, no librábamos las guardias, teníamos dobletes, tripletes, cuatripletes, y bla, bla, bla..."
Aunque soy adjunto, creo que todavía no me he adaptado a mi nueva situación, y lucho por no caer en los mismo errores que he visto y oído siendo residente.
Como decía una residente de mi hospital: "hombre, si queréis nos metemos palillos debajo de las uñas..."
Yo no sé si antes vivían peor (supongo que algunos sí y otros no). Lo que sí tengo claro es que hay cosas que repugnan a la razón, como es el hecho de no librar las guardias. Si los adjuntos de antes no libraban las guardias es que eran unos pardillos, o unos sumisos, o unos "pringaetes" (con todos mis respetos); pero creo que no se les debería atribuir el título de superhéroes.
Cuando yo era residente (je, je, estoy empezando en plan abuelo cebolleta) llegamos a un acuerdo en el que si la guardia era mala (nunca conocí guardia buena) podíamos librar la guardia.
En ocasiones éramos cobardes y nos creíamos mejores residentes si no librábamos, entonces aguntábamos el tipo, como pardillos, o sumisos, o "pringaetes".
Lo mejor es cuando se argüían motivos piadosos: "es por vuestra formación, si yo prefiero pasar la planta solo que con un residente, porque acabo antes..."
En fin, creo que con el tiempo la libranza de guardia se va estableciendo como algo natural, aunque siempre quedarán los superhéroes que aguanten (o los pardillos, o los sumisos, o los "pringaetes")

jueves, septiembre 07, 2006

Padres tranquilos

Acaban de entrar a la consulta los padres de un bebé de 3 meses. El problema es que hace sólo una deposición a la semana. Está tomando lactancia materna. Y el crío se encuentra por lo demás bien.
Yo la verdad es que estaba preparado, ya que leí hace poco que algunos lactantes hacen una deposición cada 7-10 días y son sanos y normales (me sorprendió un poco, pero lo leí en un sitio de fiar)
Total, que ni corto ni perezoso eso les he dicho, que es normal. Los padres, muy majetes, han aceptado sin desconfianza.
No es fácil que acepten tan a la ligera lo que yo les diga, sobre todo cuando ya un vecino les había sugerido que le dieran eupeptina, una amiga que le estimulara con un termómetro, un compañero del trabajo que le pusieran un supositorio de glicerina...
En fin: otra vida salvada...

miércoles, septiembre 06, 2006

Invadiendo la intimidad

Recuerdo que era un recién llegado R1, probablemente el más pardillo de todos. Me pongo a hacer la historia a la madre de un bebé. Y en esto de la historia siempre preguntamos algunas cosas como por rutina, como la de cuándo eliminó el primer meconio. Yo, con el tono serio, pregunto: ¿Cuándo hizo la primera caca? Cuál es mi sorpresa cuando la madre, algo ruborizada, pregunta: ¿quién, yo? Ya me imaginaba a la madre, aturdida, intentando recordar cuando hizo su primera caca... No, no, el bebé, claro.
Os podéis imaginar lo mal que pasé el resto de la historia. Desde entonces siempre he procurado ser muy cuidadoso con estas preguntas que se pueden tornar tan íntimas.
Related Posts with Thumbnails