miércoles, diciembre 26, 2007

Feliz Navidad

Sé que no son horas. Casi todos duermen. Pero la urgencia se ha quedado tranquila por un momento. Y lo bueno de internet es que es silencioso, así que espero no despertar a nadie.
Me ha costado encontrar un hueco para felicitar la Navidad a los lectores y participantes de este blog, pero no quería dejar que pasara este año sin que hubiera un deseo de paz, y un sentimiento de agradecimiento, a todos los que os pasáis de alguna manera u otra por aquí. A todos os deseo una feliz Navidad. Y me estoy acordando ahora especialmente de aquéllos que los están pasando un poco mal estos días. Para que el Niño Dios les llene de fortaleza para superar los malos momentos, y que en medio de la tristeza encuentren, si no un poquito de alegría, al menos una gotita de paz.
Que el sentimiento de deseo de hacer el bien que reina estos días en nuestros corazones (lo he palpado varias veces esta semana, donde he vuelto a aprender tanto de tantas personas, especialmente de mi familia y de los que me rodean); pues que este deseo se prolongue todo el año que comienza.
A todos, un año más: feliz Navidad

viernes, noviembre 30, 2007

Cerrando un bloque pesimista

Termino esta serie de entradas pesimistas. Aquí os dejo lo que publicó el otro día un colega en el periódico:


Yo por mi parte he comenzado una nueva etapa. He abandonado la pediatría de atención primaria y me he pasado a la hospitalaria.
Tenía muchas ganas de poder ejercer como neonatólogo, y ahora se me ha presentado esa oportunidad. Comienzo una nueva época de mi vida con mucha ilusión, ya os contaré.
Han sido cuatro años en los que he aprendido mucho, pero reconozco que en los últimos meses, probablemente debido a una población muy demandante que no he sabido comprender (ni ellos a mí) no han sido muy bonitos.
La pediatría de atención primaria se muere. Y yo me he retirado a tiempo, me temo, porque la decrepitud no ha hecho más que empezar. El último centro de salud en el que estuve se ha quedado sin pediatras, y ahora tomarán el relevo médicos generales. En el área en la que estaba ya se han cerrado algunas consultas de pediatría.
Me gustaría mandar muchos ánimos a todos los pediatras de atención primaria que actualmente mantienen una lucha muy importante con la administración para que las cosas mejoren.
Creo que todos tenemos algo de culpa. Como dice la carta del periódico: a cada uno nos toca pensar cuál es nuestra parte.

martes, noviembre 13, 2007

Cosas que pasan

Me da la impresión de que últimamente este blog se ha vuelto un poco pesimista, y que no hago más que quejarme. Pues bien, de momento voy a seguir en la línea. Ya siento yo aburrios con mis conflictos laborales, pero es mi vía de escape, mi desahogo...
La escena que voy a contar, bien la podrían relatar mil y un pediatras, y yo mismo unas cuantas veces.
La cosa suele ser así (y en este caso concreto fue así): veo una niña de 2 años por fiebre de 38,5 º C, tos y mocos. Tras una anamnesis detallada y una exploración cuidadosa (quizá no tanto, pero bueno, voy a darme un poquito de importancia) llego al difícil diagnóstico: catarro de vías altas. Y recomiendo lo de siempre: lavados con suero, antitérmicos, observación...
Cuatro días más tarde (hoy) viene la madre con una radiografía en la mano y cara de malas pulgas. Sin que te digan nada, los que empezamos a estar curtidos, nos sabemos la historia: le han diagnosticado una neumonía en el hospital. ¡Bingo!
Entonces, tranquilo, no hay nada que hacer. No sé si merece la pena desgastarse en explicaciones. A veces me da la impresión de que lo mejor es pedir perdón a la madre y arremeter contra ti mismo: "perdone, señora, no sé como he sido tan cazurro de no haberle sabido detectar la neumonía a tiempo, demos gracias a Dios de que todavía los hospitales están plagados de buenos médicos que ponen remedio a nuestras taras asistenciales".
Pero hoy he intentado defenderme. Le he explicado que los procesos llevan una evolución; que lo que ahora es un catarro puede ser más tarde una neumonía, pero todo en vano. No os lo vais a creer (sobre todo los que seáis médicos), pero la madre me ha dicho convencida y sin titubear que cuando un niño tiene fiebre, tos y mocos hay que hacerle una radiografía. Me he ido rápidamente a la historia, y le he repasado cada uno de los procesos en los que había tenido fiebre, tos y mocos, no se le hizo una radiografía, y ha salido adelante. Pero tampoco han servido para quitarle la idea. Ella lo tiene muy claro: la próxima vez le haré una radiografía, ¡vaya que si se la voy a hacer! Entonces me he rebajado, y le he insinuado que tal vez tantas radiaciones ionizantes no sean muy beneficiosas en un futuro para su hija; pero nada era capaz de aplacarla. Aunque yo tampoco me he achantado. Y sin ninguna vergüenza le he comunicado que a la vista de la radiografía (patrón intersticial) y de los resultados analíticos (8600 leucocitos, con una fórmula norma y una proteína C reactiva negativa) todo orienta a que se trata de una neumonía de origen vírico (que de hecho es la causa más freucente), y aunque en general todos los pediatras seguimos pautando antibiótico en estos casos (práctica susceptible de crítica y reevaluación) la niña habría mejorado sin necesidad de radiografía ni de tratamiento.
"Pero es que usted no le manda nada, y todo el mundo sabe que un catarro mal curado puede terminar en una neumonía.
En fin, como veis yo seguía mi lucha, esa que hace un tiempo decidí abandonar, pero que me sigue costando hacerlo, por el gran deseo que tengo de búsqueda de la verdad y de aplicar a mis pacientes los mejores conocimientos y más actualizados por el bien de su salud.
También gracias a los años de experiencia he sido testigo de que la mayoría de las veces los padres son sensatos, y entienden que no se puede radiar a un niño al primer moco, y comprenden que estas cosas pueden pasar.
Hay un remedio para esto, por si alguien lo quiere emplear, y que funciona. Siempre que vengan con fiebre, tos y mocos se les puede nombrar que ahora mismo no hay datos para pensar que tenga una neumonía, pero que si no evoluciona bien habrá que plantearse la necesidad de hacer una radiografía, porque existe esa posibilidad.
Pero no os penséis que aquí me paso el día refunfuñando y regañando con padres y madres. Desde hace unas semanas tengo una consulta tranquila donde puedo ejercer bien la pediatría. Y donde puedo prestar la atención que se merecen algunos niños, como los asmáticos.
Y también me ocurren cosas graciosas, como esa madre que me advirtió de que a su hijo el asma le vino como consecuencia de un catarro mal curado (por supuesto que se fue con flumil, no vaya a ser que le dé ahora una disfunción de cuerdas vocales por mi culpa).
O la que me pidió que le recetara el fármaco bueno, no el "genético" (por genérico).
O esa otra madre, que llegó agobiada al centro de salud, llorando porque su hija se había metido una pipa en la nariz. Cuando la intenté tranquilizar me comentó agobiada: es que me da miedo que se le suba al cerebro...
En fin, cosas que pasan.

jueves, octubre 25, 2007

Aceptar la muerte

Hace unos días falleció una niña búlgara tras ser diagnosticada de gastroenetritis. Había oído la noticia, pero hasta hoy no me había detenido a leerla.
Entre los comentarios que hacen los lectores a la noticia me ha llamado especialmente la atención uno que decía: "¿Alguien podría explicarme como puede ser que una atención sanitaria con resultado de muerte puede considerarse una actuación correcta? Yo, sinceramente, creía que para ese resultado solo podía atribuirse el calificativo de CORRECTO a la pena de muerte".
Es cierto que también hay algún comentario sensato, pero la mayoría han alimentado el desánimo que últimamente padezco.
En este mundo que vivimos, que nos ha tocado vivir, no aceptamos el dolor, ni su máxima expresión (y menos en un niño): la muerte.
Recuerdo un día, de guardia en el hospital. Eran las cuatro de la madrugada. Me llama la enfermera: ha llegado el control de los análisis de Fulanito. Había venido por vómitos y estaba en la observación con sueroterapia intravenosa. No había mucho cambio con respecto a los anteriores, pero me gusta levantarme cuando me llaman de guardia para comprobar personalmente las cosas.
Mientras revisaba los análisis se oye al niño, a lo lejos, quejumbroso. Y en unos segundos el grito de la madre: ¡mi hijo, mi hijo! Salimos corriendo y me encontré al niño, de unos tres años, pálido, sin movimientos respiratorios y en bradicardia extrema. Iniciamos inmediatamente las maniobras de reanimación, pero a pesar de nuestros esfuerzos, y ante nuestra sorpresa, no devolvían la vida a ese niño. Su corazón se paraba por momentos y todos los médicos y enfermeras que estuvimos allí, y que os prometo que hicimos todo lo posible, no lo conseguimos. A los treinta minutos sin respuesta, y con dificultad para aceptar el destino, dejamos de reanimar al niño. Había muerto inexplicablemente.
Tras su muerte momentos de silencio, nos mirábamos unos a otros. Una enfermera, más joven, llora. Yo me resisto a aceptar el destino. Y tras unas horas, cuando empiezo a aceptar la realidad, también lloro. Y siempre te queda esa pregunta: ¿podría haber hecho yo algo para que no hubiera muerto? Entonces te das cuenta de que la vida es en ocasiones cruel, y difícil de aceptar. Y a mí me costó aceptar no haber sido capaz de salvar la vida de ese niño. Pero con el tiempo me he dado cuenta de que yo no soy Dios. Y que hay cosas que se escapan a mi conocimiento. Y he llegado más lejos: he aceptado que por mi ignorancia y mi condición de ser humano puedo equivocarme. Y que de mis equivocaciones pueden derivarse resultados trágicos. Pero esto sólo me lleva a procurar tener siempre mis conocimientos al día, y luchar enérgicamente por poner todo de mi parte para que estas cosas no ocurran. Y aquella vez puse todo de mi parte, y ya sabéis el final.
Al mes conocí el resultado de la autopsia: una miocarditis fulminante había acabado con la vida de aquel pequeño. Poco se podía hacer.
Ante la muerte inesperada hay una necesidad urgente de buscar responsables, de atrapar al asesino. Entiendo que son situaciones muy duras y difíciles. Pero también es necesario esforzarse por aceptar algo que entiendo que es inaceptable, como que se te pueda morir un hijo. Y si es imposible de aceptar, al menos, tratar de no buscar siempre desaforablemente culpables, que aunque infinitamente menos, también sufrimos ante situaciones como ésta.

viernes, octubre 19, 2007

Mi hijo tiene tos y mocos, ¿debo llevarlo al pediatra?

Ayer la volví a tener. Si es que llevo una rachita...
Al terminar la consulta me vino un padre a ver. Y ya os advierto que si has visto a un niño con la madre, y luego viene el padre solo, muy probablemente no tiene dudas sobre la dosis del dalsy. Y así fue. Vino como un basilisco a decirme que cómo había yo osado decirle a su niña de 15 años (no muy niña ya, la verdad) que ella debería saber lo que hay que hacer si tiene un catarro. Y en el colmo de la indigación me preguntó que qué clase de médico era yo que ni la había auscultado el pecho. Y en un momento en el que se vio crecido me impetó: además, tú no eres pediatra, eres un médico general (me quedó un poco cursi, pero le aclaré que soy especialista en Pediatría y áreas específicas).
A los que sois médicos os sorprenderá, pero todavía me admira el hecho de que una niña de 15 años vaya al médico porque tiene tos y mocos y le duele un poco la cabeza (ni fiebre, ni dolor de oídos, ni dificultad respiratoria...) Y en un arrebato de educación para la salud le expliqué a la muchacha, de muy buena maneras, en qué consistía un catarro, lo que tenía que hacer, y en qué casos había que ir al médico.
Una vez más erré en el camino. Si la hubiera auscultado de arriba a abajo, solicitado una radiografía de tórax y una analítica, y mandado a casa con un antitusígeno, un mucolítico, y una cefalosporina de tercera generación se habría ido a su casa más contenta que unas castañuelas: ella, y toda su familia.
El otro día comentaban que no faltan pediatras, sino que sobran pacientes que van al pediatra sin motivo.
Cuando muchos alumnos suspenden una determinada asignatura, el profesor debe plantearse si a lo mejor es que algo está haciendo mal. Cuando los niños acuden al médico sin motivo el pediatra debe plantearse si es que algo está haciendo mal. Nunca la gente estuvo tan sana, y nunca la gente fue tanto al médico.
Así que me lo he tomado como un reto: voy a educar a la población. Y voy a empezar hoy, en este blog. Así que voy a osar decir cuándo debe un niño con tos y mocos acudir al pediatra:
- Si tiene fiebre mayor de 39,5 º C y está decaído
- Si la fiebre (mayor de 38 º C) dura más de 72 horas
- Si tiene dolor de oídos y es menor de 2 años
- Si tiene dolor de oídos, es mayor de 2 años, y no se alivia tras 48 horas de estar tomando ibuprofeno
- Si tiene moco verde espeso durante más de 10 días
- Si tiene dificultad respiratoria. Se puede ver en dos cosas: la frecuencia respiratoria (no hay que ser ingeniero para contar las respiraciones de un hijo durante un minuto), que no es normal si es mayor de 60 veces en un minuto en menores de 2 meses, mayor de 50 entre 2 meses y un año, mayor de 40 de 1 a 5 años y mayor de 30 en mayores de 5 años. La otra cosa que nos indica si tiene dificultad respiratoria es que se le oigan "pitos" al respirar o se le marquen las costillas.
- Si la ingesta alimentaria en menores de un año es menor a la mitad de lo que come habitualmente.
Y mientras tanto, ¿qué puedo hacer para aliviarlo?
- Utilizar ibuprofeno (no en menores de 6 meses) o paracetamol en caso de fiebre o dolor
- Lavar la nariz con suero fisiológico en caso de obstrucción nasal
- Elevar la cabecera de la cama si tiene tos nocturna
- En niños pequeños que comen peor dar tomas más frecuentes de menores cantidades
¿Ya está? ¿Así de fácil?
Pues sí.
¿Y no me debe remorder la conciencia si no llevo a mi hijo al médico y está acatarrado?
Pues no, sino todo lo contrario. Debes estar contento y tranquilo. Le has ahorrado a tu hijo la molestia de que el pediatra le meta el palito en la boca, de que se coja una gastroenteritis en la sala de espera, has facilitado que el pediatra pueda dedicar más tiempo a otro niño que tal vez sí lo necesite, y notarás una gran satisfacción, ganarás confianza, te sentirás mejor.
O sea, ¿que no soy peor madre o padre si no llevo los hijos al pediatra cuando no hace falta?
No sólo eso, sino que por lo ya comentado se te puede considerar hasta mejor madre o padre.
O sea, ¿que no hace falta auscultar a una chica de 15 años con tos y mocos?
Ya lo vas cogiendo.
Espero que esto le sirva a alguien. Quizá nadie ha escrito unas directrices tan claras como las que yo he puesto. Ni siquiera sé lo que opinarán otros colegas. Porque uno de los grandes problemas para la educación sanitaria es que ni los médicos nos ponemos de acuerdo en tantas cosas.
Así que agradecería comentarios de padres, madres, médicos, profesores...
Feliz fin de semana a todos, y que no os acatarréis.

miércoles, octubre 17, 2007

Rock-a-billy

Como dice Melian: ya está bien de tirar toallas. Y una buena forma de relajarse es escuchando o tocando música.
Esta vez se trata de algo que grabé creyendo que estaba tocando un blues, pero al publicarlo en un foro con gente experta, del que algún día os hablaré, me aclararon que era un rock-a-billy.
Yo me limito a la interpretación del solo de guitarra que suena durante toda la canción. Realmente no es mi estilo, pero me sirvió para relajarme un poco estos días, que andan las cosas un poco tensas.
Pues espero que os guste...


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jueves, septiembre 27, 2007

Tiro otra toalla

No sé lo que me está pasando, pero lo de hoy ha sido demasiado. Después de seis años de carrera, un año de estudiar el MIR, cuatro años de especialidad, cuatro años de consulta. Después de tres hijos y dos puestos de trabajo. Después de 114000 km recorridos en mi Megane. Sí, después de todo esto hoy me he acercado a Alcampo, he ido a un mostrador y he dicho: buenas, quería comprarme un móvil y hacerme un contrato. Creo que me he sonrojado; pero no porque me diera vergüenza que viera a un muchacho de mi edad todavía sin móvil, sino por todo lo contrario. Con lo que yo he sido...
Porque sí: yo, como todos, me reía de aquéllos que al comienzo de la movilexistencia iban trajeados por la calle hablando a voz en grito con su móvil; yo me burlé de los que se excusaron en que era para el coche y después, cuando alguien se retrasaba dos minutos a una cita ya estaban desenfundando su móvil; yo también me indigné cuando en el momento más inoportuno sonó un móvil, que robó el encanto a una cena romántica...
Y yo como todos he caído bajo sus garras. Siento haber defraudado a los que confiaron en mí como último baluarte para poder formar la liga antimóvil; pero también sé que hoy daré una de las alegrías más grandes a mi madre. Ahora mismo le mando un mensaje...

lunes, septiembre 24, 2007

Tiro una toalla

Quizá sea porque no me encuentro en un buen momento, tal vez porque llevo un mes y medio pasando las consultas de pediatría de la mañana y la tarde en un turno extraño, quizá porque hoy diez de los pacientes que tenía estaban mal citados y les habían dado cita para mañana aunque le han dicho que era para hoy, o tal vez porque si sesenta pacientes eran pocos no han faltado los que acuden "sin cita", que no "de urgencia". Todo esto me ha llevado a tomar una decisión (sé que no deben tomarse decisiones en momentos de gran implicación emotiva), así que he decidido tirar una toalla.
La primera discusión con una madre, porque no le mandaba nada para quitar a su hija las flemas; pero yo no soy de los radicales, que tampoco me cuesta tanto recetar un mucolítico. Exigente me ha contado eso de que ella paga todos los meses para una buena atención. Le he aclarado, que con lo que paga, en concreto, hoy tenía derecho a cuatro minutos de asistencia (por supuesto me ha robado más de diez). Después una mora, sin cita, porque a su hija le dolía la garganta y tenía fiebre. Tras explorarla, y ver en ese momento una garganta absolutamente normal, he pensado que lo razonable era darle un analgésico, y que en caso de que estuviera peor pidiera cita y la volvía a ver. Pues la buena mujer no estaba nada satisfecha, ella ya sabía que cuando empezaba así al final necesitaba antibiótico. Nunca lo había hecho pero hoy lo he hecho: le he firmado una receta en blanco y he dejado que se pusiera el tratamiento que le diera la gana. Después otra mora me pedía un informe para que dijera que su hija no podía vivir en una casa en la que está viviendo porque tiene mucha humedad; me ha enseñado unas fotos (que tampoco me han llamado especialmente la atención) y le he explicado que me temo que esa no es mi misión (tampoco parecía conforme).
Sé que pagan justos por pecadores, sé que algunos estarán contentos con mi forma de entender la pediatría; pero estoy cansado de recetar todos los lunes una docena de antibióticos porque durante el fin de semana han acudido al servicio de urgencias, en los que por supuesto no hay un solo pediatra, y consiguen ver patología con necesidad de antibiótico mayor de la que yo veo en una semana.
Pues bien: ya no puedo más. Supongo que es el comienzo de eso que me decían hace tiempo: en la primaria te vas a quemar...
Yo no voy a luchar más por una educación sanitaria que los fines de semana me tiran al traste, yo ya no voy a decir eso de que los mucolíticos, los antitusígenos y los descongestivos no han demostrado su utilidad en los catarros de vías altas; seré mucho más permisivo a la hora de recetar un buen antibiótico... Y terminaré así una larga lucha en la que lo crean mis pacientes o no, trataba de ofrecerles lo que pensaba que era mejor para sus hijos, sacando tiempo de donde no lo hay para poder estar al día. Porque me he dado cuenta de que la población no quiere eso. La población ve que su hijo tiene un problema y quieren un fármaco, un remedio mágico, algo que le quite ya el sufrimiento, (físico, claro, porque del dolor psíquico que supone una separación, y es que cada día son más frecuentes, no sé si se preocupan tanto).
La atención primaria se está quedando sin pediatras, y a pesar de que algunos médicos se niegan a reconocerlo, la atención pediátrica es cada vez peor. Pero a los pacientes eso les da igual, porque prefieren mil veces irse a casa con un antibiótico que no sirve para nada, que con una explicación de la no necesidad de sobremedicar a sus hijos.
Pero esto no significa que dejaré de ser buen médico (si es que alguna vez lo fui) sólo que seré peor de lo que era, para satisfacer el ansia de medicamentos de los padres, un ansia que no he sido capaz de encauzar (creo que si lo conseguí en el otro centro en el que estuve). No tiro toda la pediatría por la borda, tan sólo tiro una toalla, que tal vez con el tiempo vuelva a recoger.

lunes, septiembre 17, 2007

El visitador médico

Hace unos añitos era yo un tierno estudiante de quinto de Medicina. Y en las prácticas de Dermatología aprendí algo que no se me ha olvidado. El médico -ya no recuerdo su nombre- atendió con agrado a una persona que le presentaba unos productos de la industria farmacéutica. Tras hablar con él nos dijo a los que estábamos por allí: "vosotros haced lo que queráis, pero a mí me gusta atenderlos pronto y amablemente, al fin y al cabo son compañeros, y están haciendo su trabajo".
Después te das cuenta de porqué lo decía. Y es que en cierto grupo de médicos está como bien visto el alardear de "pasar" de los visitadores médicos, o hacerles esperar hasta la saciedad, o directamente el no atenderlos.
Escribo hoy esto porque acabo de ver a una visitadora médica, y me ha hecho mucha gracia. Es nueva y es la segunda vez que viene. Pues nada, ha venido acompañada de su jefe, que ha estado presente en toda la visita. Ya os podéis imaginar el mal rato que ha pasado la pobre, y encima no ha sido capaz de disimular su temblor, tanto en la voz como en las manos, ni su sequedad de boca.
Vamos, que me he imaginado a mí mismo viendo los oídos a un niño mientras la gerente comprueba después si mi diagnóstico es correcto. ¿Será necesario? ¿Serán técnicas para mejorar las ventas?
Puestos a mejorar las ventas yo recomendaría a todos los visitadores médicos, o a todo aquél que quiera vender, que eche un vistazo a este vídeo...

viernes, septiembre 14, 2007

Concierto de Alejandro Sanz en Las Ventas

Al fin me había llegado el turno. Es uno de los artistas que más me gustan y nunca le había visto actuar en directo. Pero por fin, ayer, a las diez de la noche, allí me encontraba: en la Plaza de Toros de Las Ventas, junto a mi mujer, esperando que saliera Alejandro Sanz al escenario.
A mi alrededor muchos treintañeros (más -as, que -os) contenían la emoción para aparentar un poco de dignidad, que exige el guión de la treintena.
Y por fin salió allí, con su guitarra colgada a modo de bandolera. Fue una actuación impecable, se entregó, aunque sintió poco. Y no me extraña: no es posible emocionarse concierto tras concierto. Fingió, pero fingió bien; y por eso me encantó. Uno de los momentos estelares lo produjo Niña Pastori, que derrochó arte, emoción y ternura, acompañada por un cálido piano y una tenue luz, se esmeró sin querer sobresalir, deslumbró sin cegarnos: ni un gesto exagerado, ni una postura fingida. En ese momento la noche se hizo arte: cuando nadie me ve...
Después Alejandro tocó el piano para nosotros, y junto a él cantamos Lo Ves, con breves silencios en los que dejaba que nuestro corazón hablara. El mío daba gracias por estar allí, acompañado de mi mujer, a la que tanto quiero, mirando el cielo de Madrid, un cielo que hace mucho dejó de ser un charquito de estrellas...

martes, septiembre 04, 2007

Comienza un nuevo curso

Buenos días, despierto de este letargo bloguero. El caso es que no todo este tiempo he estado de vacaciones, como piensa el Dr. Contreras :-) (sólo los maestros y algún que otro afortunado puede permitirse este lujo); pero he tenido descuidada la blogsfera, y lo que es peor: ando con mucho retraso en lectura de otrs blogs amigos. Pero había que ponerse a la tarea, y aquí estoy. Tras tanto tiempo sin escribir es un poco como el primer día de cole, ése en el que un murmullo de altos decibelios inunda las clases, que es el sonido de la ilusión de empezar un nuevo curso y la alegría de encontrarse a viejos compañeros. Pero yo no os voy a agotar con mis batallitas veraniegas. Me limitaré a deciros que han sido unas vacaciones fantásticas. Y para empezar el curso, ¿qué mejor forma que cantando? Aprovechando que mi amigo Luis está en España hemos decidido dar un concierto, como en los viejos tiempos. Sé que no aviso con mucho tiempo de antelación, porque el concierto es pasado mañana; pero por si alguien lo lee y le apetece venir: está invitado. Tocaremos el jueves 6 de septiembre en El Rincón del Arte Nuevo (C/Segovia, 17) a las 22:00. Prometo que pondré algún vídeo de la actuación más adelante (si consiguen grabarnos, porque la última vez, cuando nos dieron la cinta, estaba vacía). Y poco más: bienvenidos a todos los que empezáis a trabajar ahora, suerte con los exámenes los que estéis en ello, y como siempre, espero que nos leamos...

viernes, julio 13, 2007

Felices vacaciones

Hoy ha sido el último día de consulta. Estoy saliente de guardia, cansado, pero muy contento. Ha sido también el último día de la residente que me ha sufrido durante un mes.
Ha sido un mes muy provechoso; y hoy además del examen (en el que ha sacado un 8,75) le he pasado un cuestionario para que me evalúe (es un método pedagógico que te permite detectar errores y mejorar cosas en el futuro). Pues no negaré que me ha asomado una sonrisa al ver los resultados, aunque bien es cierto que hay que mirarlos con precaución, ya que a pesar de que el título era: "encuesta anónima", era evidente que ha sido la única residente... Pues bien, también me ha puesto muy buena nota. A la pregunta de "en general, cómo consideras tu rotación por la consulta de Pediatría de Atención Primaria", su respuesta ha sido: "la más provechosa hasta el momento, desde el punto de vista práctico y teórico. Se ha prestado gran atención al residente".
Ya os podéis imaginar la satisfacción que supone el reconocimiento al esfuerzo realizado, donde se ha dejado poco tiempo a la improvisación. Me encantaría que muchos adjuntos pudieran saborear esta alegría, y que se dieran cuenta de que preocupándose sinceramente por el residente al final van a ser ellos los más beneficiados, sin buscarlo. Y así me siento yo: un privilegiado que ha contado unos días con una residente, con la que ha aprendido mucho, y de la que ha aprendido más.
Os deseo a todos unas felices vacaciones, y nos leemos en septiembre...

jueves, junio 28, 2007

La sepsis

Estaba tranquilo en mi consulta (ya casi había terminado la demanda) cuando me avisa la enfermera: ven rápido, que aquí hay una niña que no está bien.
Cuando una enfermera te dice eso: échate a temblar.
Era una niña de 9 meses, que apenas hacía 12 horas había empezado con fiebre, y que la traía la madre por un episodio de aparente pérdida de conciencia, sin movimientos anómalos, acompañado de palidez generalizada, de unos segundos de duración.
Siempre que me avisan para una urgencia lo primero que hago es comprobar si está consciente, si respira y si tiene pulso. Una vez que veo que la niña está consciente, me relajo un poco (porque si está consciente puedes estar seguro de que respira y de que tiene pulso), y con más calma continúo la evaluación.
Estaba quejumbrosa, con mal color, irritable. Puede sonar a fantasía, pero en sus ojos se leía: ayudadme, que estoy malita. La temperatura rectal era de 39,7 º C. Llamaba la atención la piel pálida y fría. El pulsioxímetro indicada que la oxigenación era mala, así que la administramos oxígeno y avisé a una UVI móvil.
Estuvimos con la niña hasta que vino la UVI.
En cuanto llegaron informé al médico. Reconozco que me fastidió un poco, ya que me hizo una especie de examen, como no creyendo que estaba justificado avisar a la UVI móvil. Le dije que me parecía una sepsis (una infección bacteriana grave) y él no parecía estar muy convencido. Pero se la llevaron al hospital.
Allí los análisis que se hicieron apoyaron la hipótesis de una infección bacteriana grave. Se trasladó a la Unidad de Cuidados Intensivos, y se puso el tratamiento adecuado.
Hace dos días recibí un e-mail de una amiga que estaba de guardia ese día, y me confirmaba que en los cultivos de sangre se había aislado una bacteria: el meningococo del grupo B. Me comentó que la niña estaba bien, ya fuera de peligro.
La sepsis es una de las enfermedades a las que más miedo tenemos los pediatras porque en pocas horas pueden acabar con la vida de un "peque", y por desgracia, ya me ha tocado presenciarlo en alguna ocasión.
Cuando lo pienso me corre un escalofrío por el cuerpo. Y me alegro porque esta vez la historia ha tenido un final feliz.

viernes, junio 15, 2007

Pon un residente en tu vida

El otro día me llamó al centro de salud una residente de familia (o sea: un médico interno residente que está haciendo su especialidad en Medicina de Familia y Comunitaria). Me preguntó si no me importaba que hiciera su rotación de pediatría conmigo. Y yo encantado, aunque le expliqué que mi centro no está acreditado. Ella me dijo que daba igual, que ya lo había hablado con el tutor, que había mucho problema para conseguir una rotación, y que en España ya se sabe, solucionamos las cosas a última hora y salen "palante". Así que nada: el lunes que viene tendré conmigo alguien a quien poder enseñar un poco y de quien, estoy convencido, aprender mucho más.
Siempre me ha gustado la docencia. De hecho hice el CAP (Curso de Aptitud Pedagógica). Por si alguien no lo ha hecho, es una cosa en la que pagas dinero, te dan unos libros muy gordos para que te leas en casa, vas a un par de seminarios donde un profesor da una clase sobre un tema que no te importa un pimiento, haces un examen tipo test, y si lo apruebas te dan el título que te firma ni más ni menos que el Rey de España.
El caso es que desde que lo supe (hace dos días) me he puesto a preparar como un loco un programa, unos casos clínicos, unas fotos, un examen... Sólo estará tres semanas, pero si nos aplicamos estoy convencido de que serán muy fructíferas.
Si por casualidad pasara por aquí (por el blog, me refiero) algún médico de familia le agradecería si en los comentarios me da alguna sugerencia.
Buen fin de semana a todos.

jueves, junio 14, 2007

Programa de Atención al Mayor Polimedicado

Pues así, como suena. Es la sesión que ha impartido hoy en mi centro de salud una enfermera.
Como veréis no es que tenga mucho que ver con la pediatría. En concreto es un programa que se aplica a los mayores de 75 años que están tomando al menos seis fármacos.
Yo veo niños de hasta 14 años, así que los de 75 me quedan un poco lejos; pero como el saber no ocupa lugar he asisitido con interés a la reunión.
El caso es que cuando ya estaba terminando uno de los médicos ha concluido: "si mi enfermera detecta que algún mayor de 75 está con seis fármacos que me lo pase, que pronto lo dejo en tres".
Y en el fondo creo que no le falta razón.
Reconozco que soy lego en lo que a los adultos se refiere. Cada vez está más lejos el examen MIR (es el día anterior al examen aquél en el que más conocimientos teóricos he tenido en toda mi vida); pero el sentido común me dice que es imposible (bueno, ya se sabe que en medicina nunca hay imposibles) que alguien con más de 75 años necesite seis fármacos para estar bien (o mejor) y que además se tome bien todos esos medicamentos.
Recuerdo un profesor de quinto de carrera que nos dijo: cuando tengáis a un paciente que está tomando varios fármacos y no evoluciona bien, quitárselos todos, que veréis como se cura.
Pero es el mundo que nos ha tocado vivir: me duele algo, me tomo una pastilla; se me cae el pelo, me tomo una pastilla; estoy triste, me tomo una pastilla; me ha picado un mosquito, me tomo una pastilla (y no os riáis, que estos últimos días no paro de ver en la consulta niños que vienen porque les han picado los mosquitos. A todos les aconsejo, como me enseñó una vez mi mujer: ráscate cada 8 horas).

jueves, junio 07, 2007

Como se muera la mato

"Como se muera la mato".
Ojalá fuera parte del guión de un capítulo de Hospital Central, pero ocurrió en mi centro de salud hace unos días. La enfermera todavía no consigue quitarse esas palabras, que resuenan amenazantes en sus oídos: "como se muera la mato". Era por una señora de unos sesenta años que traían inconsciente, con bradicardia extrema y cianosis generalizada. Se iniciaron de forma inmediata las maniobras de reanimación, y mientras transcurrían éstas un familiar no dejaba de repetir la frase maldita.
La enfermera, con los ojos brillantes, nos contaba después lo ocurrido. Y nos transmitía su malestar. Nos contó que sólo deseaba que la mujer saliera viva del centro de salud.
En cuanto llegó la UVI móvil trasladaron a la paciente al hospital. Hubo suerte: salió con vida. La enfermera pudo respirar: "a mí ya no me matan", pensó.
Es triste, pero una vez más es la resistencia del ser humano a aceptar el destino. A veces un destino tan cruel como puede ser la muerte. No sé si piensan que el médico es Dios.
Siempre uno tiende a disculpar a las personas, porque a saber qué haríamos o diríamos nosotros en una situación así; pero a ratos creo que tal vez estas reacciones sean fruto de que dedicamos poco tiempo a pensar en la muerte, en el dolor, en el sufrimiento. No creo que deba ser una obsesión, pero sí deberíamos reflexionar más sobre ello. Tal vez así aceptaríamos mejor los varapalos de la vida, o al menos seríamos capaces, en situaciones como ésta, de callarnos y observar, y dejar a las enfermeras y médicos hacer su trabajo.

martes, junio 05, 2007

La mente de la mujer

Hoy tras la guardia, como de costumbre, he bajado a desayunar a la cafetería. Como siempre, quizás por mi resistencia a pasar al otro lado (complejo de Peter Pan, o algo así), he desayunado con los residentes.
Parece que últimamente alguien quiere convencernos de que hombres y mujeres somos iguales. Y una cosa es que tengamos los mismos derechos, y otra muy distinta es que seamos iguales.
En la cafetería hemos tenido lo que podría considerarse una conversación sobre intenciones. "Y es que la adjunta me dijo esto, pero en el fondo quería decirme esto otro, y por la espalda a fulanita le ofreció este trabajo, pero si me quiere decir algo que me lo diga a la cara, porque yo pienso que si no se lo dijo a menganita es porque fulanita se podía sentir ofendida, y bla, bla, bla". Lo más sorprendente de todo, es que probablemente estén en lo cierto.
Como espectador pensaba: ¡Uf! Qué descanso para mi mente no tener que hacer tantas interpretaciones (además lo reconozco: mi mente no da para tanto).
Tal vez todo sea una farsa. Quizá ellas piensan así para que nosotros pensemos que cuando no estamos pensarán que hemos pensado otra cosa... (¡Vaya! Ya me estoy contagiando...)

viernes, mayo 18, 2007

Una declaración

Estaba nervioso, hacía ya casi un año que no hablaba con ella. Temía que el volver a verla me produjese de nuevo ese malestar que se queda ahí, en el estómago, mientras la cabeza da vueltas y vueltas: pensando que el ir a verla fuese tal vez más por obligación que por deseo real de encontrarla de nuevo.
Hace unos días que la llamé por teléfono y quedamos: este viernes por la mañana. Vale, no hay problema, allí estaré.
He aparcado el coche cerca, aunque no en la puerta; así en el camino iría repasando todo lo que quería decirle. Me daba miedo que por callar algo me hiciera volver de nuevo.
Las diez y no llegaba: odio esos retrasos que prolongan el malestar, que lo hacen interminable.
Al fin me encontraba allí, delante de ella, después de conversar un buen rato, tras tener que dar algunas explicaciones por algo que no parecía estar del todo en orden, me dijo algo que hacía tiempo estaba deseando oír, era sobre mi declaración: toma, aquí la tienes, este año te sale a devolver...

jueves, mayo 17, 2007

Bicho raro

Ayer estuve de cena con los del centro de salud. Se celebraba que dos enfermeras van a casarse próximamente. Aún no llevo mucho tiempo en el centro. No sabía que había cena hasta el día anterior (donde casi sonrojados me invitaron, al enterarme yo de carambola) y acepté de buena gana.
Me gustan las cenas, me gusta compartir ratos con mis compañeros fuera del ámbito laboral.
Pero no sé qué pasó. Tal vez el cansancio por estar saliente de guardia; quizá me senté en mal sitio; a lo mejor la dificultad para las relaciones sociales que padezco últimamente...
Me resultó muy aburrida. La mitad del tiempo hablando de cosas del trabajo (suele pasarnos a los que estamos en el ámbito sanitario) y la otra mitad (y yo creo que no estaban borrachos) de picardía en picardía: tanta que me empachó. Supongo que muchas cosas se decían de broma. Pero al acabar la cena, ya en el coche (me escapé de las copas porque no podía más), con una agradable música de fondo, iba pensando: ¿Acaso seré un bicho raro? ¿Tendré que enorgullocerme si mis hijas se acuestan con el primero que encuentran a los quince años? ¿Tal vez me perdí lo grandioso de tener relaciones con mi mujer antes de casarme? ¿Debería hablar mal de mi mujer cuando no esté con ella? Pero mientras iba en el coche, pensando, con la cabeza en mi mujer y mis hijos, poco a poco empecé a relajar el rostro, se me escapó una sonrisa, y me di cuenta de la suerte que tengo: nunca agradeceré suficiente a mis padres la educación que me dieron. Y entiendo que puede haber muchas formas de ser feliz, pero la que me enseñaron me encanta.

martes, mayo 15, 2007

A los R0

Esta entrada va dedicada a todos los que dentro de una semana comienzan su andadura como médicos internos residentes.
Aunque no peino canas (la verdad que apenas peino nada) ya terminé hace un tiempo la residencia, y hoy me apetecía hacer de "abuelito aconsejador".
Yo os daría dos consejos: nunca quejarse de las guardias. Es curioso, pero si uno se disfrazara de pared de cafetería de hospital y oyera las conversaciones acerca de este comprometido tema parecería que todos y cada uno de los residentes son los que hacen más guardias, más fines de semana y más puentes que ninguno. Y es que es tan duro eso de las guardias, que todos tenemos la sensación de que somos el "pringao", de que nos están engañando. Y no es así. El quejarse con frecuencia crea muy mal ambiente, y es motivo de discusiones acaloradas que no merecen la pena.
La otra cosa es no hablar mal de los adjuntos, que es algo contagioso, gracioso, tentador, y que tampoco lleva a ningún sitio (claro, que ahora estoy barriendo para casa).
Tal vez esperabais algo más enriquecedor, pero no doy "pa" más. Os deseo la mejor residencia del mundo, ya me contaréis...

martes, mayo 08, 2007

La Pediatría de Atención Primaria se muere

Parece que la situación es insostenible. Cada vez hay menos pediatras que quieran dedicarse a la atención primaria. Y ahora se buscan soluciones.
El otro día comentaba un colega que en el área donde trabaja el 40% de los médicos que pasan una consulta de Pediatría son médicos de familia.
Pues bien, entre nosotros hay mucha discrepancia con esto. Los que somos pediatras vía MIR (o sea, formación durante 4 años en pediatría) solemos defender que los pediatras de atención primaria deben ser pediatras. También están los MESTOS (médicos especialistas sin título oficial), muchos de ellos han conseguido ya su título de pediatra. Y luego hay muchos médicos de familia que están pasando estas consultas.
Si algún padre lee esto pensará: pero el mío sí que es pediatra. Yo más bien pienso que como tenga turno de tarde y sea jovencito es muy poco probable.
Pero entramos en otro debate: ¿acaso no puede un médico de familia pasar una consulta de pediatría de atención primaria?
Yo ando en un mar de dudas.
Lo que sí me parece es que la población está engañada, porque creen que les está viendo un pediatra y muchas veces es un médico de familia.
Aunque conozco médicos de familia que pasan muy bien la consulta de pediatría mi impresión es que, en general, los pediatras estamos más capacitados para hacerlo.
Y tú, ¿preferirías que a tus hijos los atendiera un pediatra, o te daría igual si lo hiciera un médico de fam¡lia?

viernes, abril 27, 2007

Telonero de Enrique Urquijo

No me resistía a escribir una entrada con este título.
El caso es que cuando era joven (joven de verdad, no como ahora) solía tocar la guitarra, con un gran amigo mío, en un bar llamado El Rincón del Arte Nuevo. Tocábamos en la sesión de las nueve. Cando todavía no habíamos terminado nuestro concierto entró el siguiente cantautor por la puerta del bar: Enrique Urquijo. Me contó otro amigo mío, que asistía a nuestro concierto y estaba situado cerca de la puerta de entrada, que Enrique (me permitiréis esta familiaridad con él, pero es que fui su telonero...) al entrar se quedó asombrado, no de nuestro arte (que a lo mejor también), sino de la cantidad de gente que había. Y preguntó al dueño del bar ¿quiénes son éstos?
Y es que otra cosa no sé, pero amigos nunca faltaban en nuestros conciertos. Siempre conseguíamos lleno absoluto (aunque debo reconocer que el local es más bien pequeño).
Siempre he sido admirador de los Secretos, y por supuesto me quedé en el bar para escuchar a Enri (ya me estoy pasando...) Fue un concierto impresionante, a dos metros de él, escuchándole canciones de siempre, que acompañaba con su guitarra. El bar estaba casi vacío. En parte porque ni siquiera estaba anunciada su actuación.
Viéndole tocar recuerdo dos emociones. La primera de admiración, porque con una simple guitarra y su voz las canciones te llegaban más dentro, sonaban enormes en aquel ambiente tan íntimo. Otra de pena: porque a pesar de haber llegado donde había llegado, tenía el aspecto de una persona triste y físicamente muy castigada. Como si hubiera alcanzado una cima equivocada. Como él mismo dice en una canción, que por cierto, tocó aquel día: "buscando nada en ningún lado"

viernes, abril 13, 2007

Al otro lado

Llevo un tiempo desconectado, tanto del blog como de mis amigos bloggeros. Y los echo de menos. Pero es que hace unos días algo ha cambiado mi vida. Hace muy poco, apenas once días, yo estaba al otro lado, obedeciendo a médicos, enfermeras y matronas: nuestro tercer hijo estaba a punto de nacer.
Sé que son momentos muy íntimos, que no hay que ir pregonando por la blogsfera. Pero por si alguien no se había dado cuenta, lo del periódico era un montaje, y este blog sólo es visitado por amigos, pocos, pero selectos, y con ellos no me importa compartirlos.
Tal vez alguien pueda pensar que al ser pediatra todo es más fácil, que puedo estar mucho más tranquilo. En parte sí, y en parte no. Lo malo de ser pediatra es que eres más consciente de un millón de cosas que pueden torcerse, y valoras más el milagro de que todo salga bien. Y gracias a Dios, todo fue bien. A las 8:30 entrábamos por la puerta del hospital, y a las 15:15 nacía nuestro tercer hijo. Apenas asomaba la cabeza, y yo ya estaba emocionado.
Recuerdo, siendo estudiante de medicina, que cuando acudí a los primeros partos tenía que hacer esfuerzos para no ponerme a llorar, igual que la madre, igual que el padre. Después es una pena, porque hasta a lo más asombroso se acostumbra uno, y ya voy a los partos casi como si fuera lo más normal del mundo.
Aunque a veces, en los partos, ocurren cosas graciosas. Recuerdo un parto al que acudí al principio de mi residencia, donde la criatura parecía no tener mucho interés en salir. Y ya os imagináis: el ginecólogo pidiendo a la madre que empujara, y como el crío no salía, cada vez más ánimos: venga, empuja, vamos, un poco más fuerte, venga, un poco más. La cosa se prolongaba y todos parecíamos estar apoyando a la madre. Vamos, empuja, un poco más, más fuerte. En esto el marido no pudo reprimirse, y en medio del silencio dijo: a este paso me cago hasta yo... Ya os podéis imaginar la carcajada generalizada.
Pues eso: que una vez más he sido padre, todo ha ido muy bien, y una vez más soy el hombre más feliz del mundo...

viernes, marzo 23, 2007

Hoy no quiero discutir

Como dice Enrique Urquijo: hoy no quiero discutir...
Espero que os guste la versión. Es una canción que me encanta, sobre todo desde que se la escuché en un concierto.
Una vez fui telonero de Enrique Urquijo (o algo así), ya os contaré...
Buen fin de semana a todos


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lunes, marzo 19, 2007

Rematando la faena

No quería que os quedarais sin saber el desenlace: hoy tenía cita con el niño de la faringitis bacteriana. Ha venido sólo la madre. Es duro, pero textualmente me ha dicho: "perdone que le diga, pero a usted esto de la medicina le viene grande". Y no le falta razón. ¿Tú que harías en situaciones como ésta?

Ahí va la primera

Acaban de entregarme mi primera reclamación en el Centro de Salud en el que apenas hace un mes empecé. Y he querido compartirla con vosotros. No es especialmente llamativa, pero refleja algo a lo que tendréis que enfrentaros los que queréis ejercer esta profesión. Os la copio textualmente:
"Vine con mi hijo al pediatra de por la tarde el Dr. X. tenia mi hijo fiebre, me dijo que era un virus y que simplemente era dalsy; al decirle yo que el virus vendria por algo se levanto y examinó la garganta y los oidos, pero la cabeza en ningun momento se la miró ni se la movio y me comentó que en españa esta clinicamente demostrado que no hay que dar ningun antibiotico: horas mas tarde tuve que ir a urgencias con el niño y le dieron otro dianostico, aqui le adjunto el informe" (he respetado faltas de ortografía)
Del informe que adjunta (del día siguiente a cuando yo le vi) sólo os copio el diagnóstico: faringoamigdalitis bacteriana.
Me han pedido alegaciones (siempre lo hacen cuando nos ponen una reclamación). Y yo voy a alegar en mi blog varias cosas:
- Exploré al niño tras la anamesis inicial, sin que la madre tuviera que pedírmelo.
- Como queda reflejado en la historia clínica que escribí ese día, el niño no tenía rigidez de nuca, y es difícil saberlo sin tocarle la cabeza.
- ¿En España no hay que dar ningún antibiótico? Pues si yo tenía esta información hace tres días ahora me llama la atención, ya que sinceramente pienso que el descubrimiento de los antibióticos es uno de los mayores avances de la medicina, y que gracias a ellos se han salvado muchas vidas (también en España). No sé en qué artículo lo miraría, pero en fin, si está clínicamente demostrado que en España no hay que dar ningún antibiótico me llama ahora poderosamente la atención, me lo tendré que repasar...
- Por supuesto que el diagnóstico del médico que vio al niño al día siguiente (médico no pediatra) era mucho más llamativo que el mío (yo lo catalogué sencillamente de fiebre sin focalidad aparente). Creo que arriesgó al decir faringoamigdalitis bacteriana sin haber realizado ninguna prueba, aunque es posible que esté en lo cierto.
Todo me pasa por intentar explicar a la madre que el silogismo: fiebre = infección = antibiótico, no es cierto. Y cualquiera intenta convencerla ahora de lo contrario...
Si este blog lo leen médicos supongo que me comprenderán, si lo leen padres tal vez no entiendan nada: lo siento.

jueves, marzo 15, 2007

Estoy hecho un investigador

Después de tres años en los que había dejado mi doctorado en el olvido, hoy me he presentado ante el Tribunal, para convalidar mi periodo de residencia por el trabajo de investigación.
Tras una llegada estresante (apenas cinco minutos antes del acontecimiento y con la vejiga urinaria "a rebosar") he aparcado junto a un parque. Tal era entonces mi necesidad, y tan cercano el árbol, que ni corto ni perezoso me he desahogado allí mismo. Mi mayor temor, aunque improbable, era que pasara por allí, rezagado, algún miembro del Tribunal y me viera en tan lamentable escena, lo cual no ha ocurrido.
Ya una vez allí me ha tocado exponer el primero. Tenía diez minutos para resumir alguno de mis trabajos realizados durante la residencia. Yo había escogido los que me parecían más interesantes: en total cuatro. Reconozco que me lo había preparado bien, pues estas dos últimas semanas he estado con la consulta tranquila, y he tenido tiempo para dejarlo muy apañadito. Pues bien: después de terminar la exposición el primer miembro del Tribunal me dice: con esto que ha presentado usted, no demuestra sus capacidades investigadoras. Ya os podéis imaginar: yo con cara de póquer, en parte pensando: "si usted conociera realmente mis capacidades investigadoras entonces sí que se iba a deprimir", he aguantado el chaparrón lo más estoicamente posible y he esbozado una especie de sonrisa compungida al final. El segundo miembro del Tribunal ha sido más benévolo, y el tercero se ha limitado a preguntarme: ¿piensa usted hacer el doctorado? Yo, tras un corto silencio, ante la curiosa pregunta, he contestado tímidamente (sin terminar de creérmelo ni yo): sí. Y no me ha preguntado nada más. Ante estas preguntas siempre te cabe la duda: ¿le habré sorprendido por brillante o por tonto? Ya me pasó la primera vez que me examiné del carné de conducir. A los dos minutos me dijo el examinador: ya puede aparcar. Entonces creí que me había visto tan suelto con el volante que no necesitaba ver más para aprobarme (por supuesto me había saltado un ceda al paso sin darme cuenta...)
En fin, para mis otros tres compañeros que exponían todo han sido alabanzas y parabienes, con lo que se me ha quedado un poco la cara del tonto del grupo...
Cuando se lo he contado a mi mujer, lejos de consolarme, se ha empezado a reír a carcajadas, y yo con ella. Prefiero tomármelo así: cosas realmente importantes hay muy pocas.
Pero no os vayáis vosotros a reír también de mí, porque aunque no os lo creais me han aprobado, así que el esfuerzo ha merecido la pena: estoy hecho un investigador...

jueves, marzo 08, 2007

Tal como eres

Buscando una canción de Nena Daconte he llegado a este vídeo (cosas de la vida). Me ha encantado. No tiene desperdicio, como tampoco lo tienen los más de 500 comentarios escritos. Por eso, a parte del vídeo te recomiendo que pinches aquí para poder leer los comentarios.

viernes, marzo 02, 2007

Desorientado

El otro día estuve de guardia. A las dos de la madrugada me fui a acostar, porque por si alguien no lo sabe hay médicos que sí que duermen en las guardias. Bueno, en realidad casi todos los médicos duermen algo en las guardias. Yo diría que hay dos grupos: los médicos de privadas y residentes (que muy probablemente duermen más bien poquito y a veces nada) y los médicos adjuntos de la sanidad pública (entre los que me encuentro) que suelen dormir más, y en general bastante más (siempre y cuando tengan residentes, claro).
Pues bien, el otro día me las prometía felices, estaba con una residente de segundo año (lo que comúnmente se denomina una R2) muy espabilada. Así que cuando la urgencia se quedó tranquila me fui a la piltra. Estaba tan confiado en que esa noche dormiría del tirón, que antes de dormirme, para relajarme, me puse una cancioncita de Tommy Emmanuel (un guitarrista que he descubierto hace poco y que me tiene impactado), me puse el despertador, y felices sueños...
En mis felices sueños, no sé por qué diantres, estaba de guardia en un hospital privado, y era mi primer día. Y andaba como un pardillo de aquí para allá.
Y estando yo profundamente sumergido en este sueño, a las cuatro y media suena el busca. Según supe después, tardé un rato en responder. Os podéis imaginar: yo, dentro del sueño, de guardia en un hospital nuevo, y un busca suena en la vida real. Comprenderéis que en estos casos lo que separa la realidad de la ensoñación es apenas perceptible.
¿Sí? Pregunto. Oye, que va a nacer un veintiocho semanas (así llamamos, para abreviar, a los recién nacidos prematuros de veintiocho semanas de gestación).
Son esas situaciones en las que la adrenalina se dispara. Bastante era que tenía que ir a la cesárea de un gran prematuro, pero lo más duro era que jugaba fuera de casa, no conocía dónde estaban los quirófanos, hacia dónde tenía que ir... Así que le pregunto a la residente: ¿pero dónde es? Y me dice: pues en el quirófano. Ya, digo yo, pero ¿cómo se va? Y no os lo vais a creer pero me lo empezó a explicar (por supuesto he ido a ese quirófano más de cincuenta veces). Hasta que ya le pregunto: pero, ¿en qué hospital estamos? Acabásemos, no os lo vais a creer, pero la residente no pudo más: venga, Gonzalo, estás de coña ¿no? Pero yo insistí: ¿en qué hospital estamos? Así que ella no tuvo más remedio que contestar. En ese preciso instante desperté. Sí, ya sé que estaba despierto, pero fue entonces cuando realmente desperté. No os podéis imaginar el alivio que sentí, y lo cómico de la situación de la que pasados los acontecimientos nos estuvimos riendo un buen rato.
Lo demás no sé si merece la pena contarlo. Son momentos emocionantes, y algo estresantes. Esperamos de pie en la cuna térmica, comprobando que todo el material esté dispuesto. Por fin nos sacan al bebé (una niña). Envuelto en un paño verde la matrona nos trae un recién nacido de 750 gramos (más pequeño de lo que esperábamos). Es una criatura pequeña, frágil, tierna, con las manos y piernas todavía encogidos, en posición fetal (nunca mejor dicho), con color azulado y sin ningún signo externo de vitalidad. Tras estimularla brevemente vemos que el recién nacido no responde, la frecuencia cardiaca cada vez es más lenta: iniciamos la reanimación. Poco a poco comprobamos que los latidos cardiacos van aumentando, mejora el color, aumenta la saturación de oxígeno... Respiramos (también nosotros). La reanimación fue todo un éxito. Gracias a una residente de segundo año, si las cosas no se tuercen, a esta niña le espera una larga y esperemos que feliz vida por delante. Y los padres estarán siempre muy agradecidos, aunque tal vez nunca sepan que fue esta residente quien salvó la vida de su hija.

miércoles, febrero 21, 2007

Consejos a papá y mamá

Haciendo limpieza hoy en la consulta me he encontrado unos panfletos titulados "Consejos a papá y mamá". No sé quién los ha escrito (aunque me suena haberlos leído ya antes). Me han parecido muy acertados, así que me dispongo a copiarlos:
1. No me des todo lo que te pida. A veces sólo quiero ponerte a prueba para saber cuánto puedo sacarte.
2. Si en lugar de mandarme que haga algo, me lo sugieres, lo haré más deprisa.
3. No cambies constantemente de idea respecto a lo que quieres que haga. Decídete de una vez y no cambies de opinión.
4. Cumple tus promesas para bien y para mal. Si prometes una recompensa, dámela sin falta. Si me prometes un castigo, también dámelo sin falta.
5. No me compares con otra persona. Si me haces pasar por mejor o más inteligente, eso le dolerá a alguien. Si me haces pasar por peor o más torpe, entonces es a mí a quien harás daño.
6. Deja que haga yo por mi cuenta todo lo que pueda. Así voy aprendiendo. Si tú me lo haces todo, nunca podré hacer nada por mí mismo.
7. No me corrijas delante de los demás. Espera a que no haya nadie alrededor para decirme cómo puedo mejorar.
8. No me grites. Eso me hace gritar también y no quiero convertirme en una persona gritona.
9. No digas mentiras delante de mí ni me pidas que mienta para ayudarte. Eso rebaja el concepto que tengo de ti y también rebaja mi propia estimación, aunque suponga que yo te esté haciendo un favor.
10. Cuando haga una cosa mal, no me preguntes por qué lo hice. A veces no sé por qué razón me porto mal.
11. No me prestes demasiada atención cuando digo que me duele el estómago. Fingir estar malito puede ser una manera cómoda de librarme de hacer las cosas que no quiero hacer o de evitar el tener que ir donde no quiero.
12. Cuando te equivoques en algo, admítelo. No estropeará mi opinión de ti. Así será más fácil para mí reconocer cuándo yo me equivoco.
13. Trátame como tratas a tus amigos. Así seremos amigos tú y yo. El hecho de ser parientes no quiere decir que no podamos tratarnos con respeto los unos con los otros.

miércoles, febrero 14, 2007

Felicidades

Con la legaña todavía pegada me dirijo a la cocina, como siempre, a desayunar. En el pasillo me cruzo con mi mujer (que madruga más que yo) y me suelta un "felicidades". Y yo pensaba: ¿felicidades? ¿Se me olvidó por primera vez el día de mi aniversario? Maldita sea. Pero enseguida reacciono: si es que hoy es el día de los enamorados. Entonces yo, para ponerle un poco de romanticismo al que ni mis legañas, ni mi pijama, ni mis marcas en la frente por las sábanas acompañaba, le he soltado: qué pasa, que lo has oído por la radio... Y después, para intentar arreglarlo, le he dado un beso de medio lado porque tengo un virus herpes simple tipo 1 en el labio superior (que hay que hablar con propiedad) que parecía todo menos un beso.
Total, que depués de tan desastroso comienzo quiero aprevechar este espacio para que los más de mil visitantes diarios de esta página (ja, ja, ja...) sepan que estoy enamorado, pero no un poquito: estoy enamorado a borbotones. Desde este espacio podría mandarle un guiño a mi mujer, pero no tendría mucho sentido; ya que entre los mil visitantes diarios no se encuentra ella, y no es porque no se lo haya dicho: que si tengo un blog, que si esto es muy divertido, que si la gente es muy maja y me escribe comentarios... Pero es que a ella le importa un pimiento mi blog, creo que porque le importa un pimiento todo lo relacionado con la informática, aunque sé que disfruta viéndome ilusionado con lo que hago.
Pues aunque ella nunca lea estas letras, quiero que hoy mil visitantes sepan que estoy enamorado de mi mujer, y que la quiero... ¡a borbotones!

martes, febrero 06, 2007

Tal vez me estoy demenciando

Hoy quería escribir una entrada optimista, animando a todos aquellos colegas que han pasado o están pasando por lo que podría llamarse frustración profesional. Iba a intentar dar aliento a los que están a punto de tirar la toalla... Pero lo dejaré para otro día. He estado echando un vistazo a blogs de otros colegas, para ver si me podían animar ellos, pero no he encontrado nada reconfortante (que seguro que lo hay).
Pues bien, estoy ya algo instalado en mi nuevo Centro de Salud. A diferencia con el sitio en el que estaba antes aquí los niños que atiendo son más mayores. Antes tenía 450 menores de 2 años, y ahora sólo 150. En el cupo total no hay diferencias: 1200 niños.
Me las prometía felices. Pensaba: estos mayores seguro que ya no van al pediatra... En qué error estaba.
Estoy a punto de tirar la toalla sobre un tema, al que quizás yo le he dado mucha importancia y realmente no la tiene: el uso de antitusígenos, mucolíticos, descongestivos... En mi antiguo centro de salud ya tenía a la población adiestrada, y además tenía la ventaja de que muchos niños eran pequeños, y ya hacía yo la pediatría a mi manera; pero claro, aquí las cosas son distintas. Y no voy a venir yo (el último mono) a contarles a los padres lo que se debe o no hacer para el tratamiento de un catarro. Como soy consciente de lo que hay intento no ser muy talibán al principio, y tampoco me opongo a hacer alguna que otra recetilla: un flutox por aquí, un flumil por allá. Hoy me preguntaba una cuidadora sin saber muy bien en qué consistían los síntomas de los tres niños hermanos que estaban a su cargo, pero básicamente parecía tratarse de un simple catarro, qué es lo que tenía que hacer. Y yo lo de siempre: lavados nasales, antitérmicos... Entonces, ¿les tengo que dar un jarabe para la tos? Y yo mi rollo: no parece que se hayan demostrado muy eficaces y bla, bla, bla; después de mi rollo ella insistía, y a la tercera ya me pidió directamente: mándeme algo para la tos. Y yo claro, sin más explicaciones, agachando las orejas tras mis futiles esfuerzos le doy la receta, que recojo de la impresora de forma mecánica y firmo medio avergonzándome: aquí tiene: su jarabito. Y sé que es una chorrada, y que no os lo creeréis, pero es que me siento un estafador.
Hace una semana leí un artículo en Medscape donde hablaba de la posible relación de los fármacos para el resfriado y la muerte de tres niños. Dejo el link, aunque ahora no sé si hace falta suscripción para poder leerlo http://www.medscape.com/viewarticle/550851 . Pues bien, he pensado hasta ponerlo en la consulta, aunque pensándolo mejor, creo que tal vez éste el primer síntoma de que me estoy demenciando.

domingo, enero 28, 2007

Ya instalado

Uy, lo siento pero es que todavía no estoy muy centrado, como para dedicarle mucho tiempo a esto del blog.
Por todos los que os habéis interesado por mí (un millón de gracias) creo que debo contaros mi nueva situación laboral. Por fin tengo plaza fija, bueno, fija, fija, lo que se dice fija no es, pero casi. Estoy en una plaza de una pediatra que ha pedido una excedencia que parece que va para largo, así que de momento estaré un tiempecillo.
Está en el mismo área en el que trabajaba antes, me pilla un poco más cerca de casa, sigue siendo un turno de tarde y lo verdaderamente bueno (no lo quiero decir muy alto): parece que voy a ver menos niños, lo que se traduce en que los podré ver mejor, y entonces mi frustración será menor y bla, bla, bla.
De momento adaptándome a la situación. Después de cuatro años me siento ahora como el más pardillo del centro de salud.
Pronto empezarán a ocurrir anécdotas, y ya os tendré informados.
Se me olvidó contaros una que me pasó en uno de estos centros en lo que he estado merodeando. Al estar en otros centro de salud te encuentras con que otros médicos ya han escrito varias cosas y a veces no se expresan como lo harías tú (ni mejor, ni peor: distinto).
Pues bien, llega una madre a la consulta diciéndome que viene a control del niño.
Leo en la historia clínica: refiere la madre (lo de "refiere" a mí se me hace un término un poco cursi, pero lo utilizamos mucho los médicos) que cuando el niño se tira pedos le duele el culo.
No os podéis imaginar lo que tuve que aguantar la carcajada (pobre criatura, que no llegaba ni al año), tal vez yo habría tratado de ser "más científico": refiere que al ventosear presenta dolor en región interglútea, o algo así.
En fin, lo siento por la superficialidad, pero estoy de guardia, en mi rato de descanso (sí, a veces descansamos en las guardias) y me apetecía escribiros algo tan insustancial.

jueves, enero 11, 2007

Empiezo el año cantando

Al final del año pasado estuve intentando presentarme a un concurso de maquetas, ya que lo de tener una plaza en Pediatría se está retrasando y quién sabe si acabaré ganándome la vida con lo que realmente me apasiona: la música.
Pero me temo que esta vez va a ser que no. Probablemente no me hubieran elegido, pero casi lo más frustrante fue intentar mandar la maqueta de mil maneras por internet y ver que siempre se quedaba colgada la página.
Pero bueno, para eso tengo a mis lectores, que son como buenos amigos, siempre dispuestos a escuchar una cancioncilla.
Es una canción que compuse en mi juventud, cuando intenté formar un grupo de música que se quiso llamar Amadís, y que nunca estuve seguro de si llegó a tener algún nombre. Hubo un tiempo en el que ensayábamos y lo pasábamos genial. Luego la vida nos ha ido llevando por distintos derroteros y todos nos hemos convencido de que la música no es lo nuestro (aunque estoy seguro de que no descartamos presentarnos a la siguiente edición de OT...)



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