lunes, diciembre 27, 2010

Feliz Navidad

No puede ser más sencillo, ni más sincero:
Feliz Navidad

lunes, noviembre 15, 2010

Batiendo records

Ahora que acabo de escribir el título me ha entrado una duda: ¿será records o récords? ¿O tal vez recordes?
Ya el otro día, en casa de mis padres, hablamos sobre la palabra "clic". Una de las cosas buenas que tiene escribir un blog es que te obliga a intentar hacerlo con corrección. Y por eso con alguna frecuencia acudo al Diccionario de la Lengua Española cuando me surge alguna duda. Y es por eso que el otro día busqué la palabra "clic" y vi que ésa era la forma correcta de escribirla, y no "clik" ni "click", como podría pensarse.
El caso es que divagamos sobre el plural de "clic". ¿Sería clices? ¿Clics? ¿Clix?
Lo que no sé es dónde se encuentra el plural correcto de las palabras. Porque cuando escribes un verbo sí que existe la opción de "conjugar", en cambio con los sustantivos no veo nada parecido.
Pero como os podéis imaginar no es propio de un blog de un pediatra iniciar una entrada para hablar del plural de "récord". Así que al grano:
Hace tiempo (y ya, aunque me duela debería empezar a escribir "mucho tiempo") me pusieron una reclamación que ocupaba tres folios. De hecho ya hablé alguna vez de ella. Y me pareció una exageración eso de tres folios para quejarse (debe ser algo de estar muy enfadado).
Pues bien, el otro día recibí una de catorce folios... Tampoco tengo que echarme yo todas las flores, porque yo salgo de pasada en la reclamación. O sea, que no era directamente contra mí, pero he de reconocer que no salgo bien parado. Y fue por un ingreso de veinticuatro horas.
Así de primeras veinticuatro horas-catorce folios parece un binomio desproporcionado. Pero lo es aún más cuando no ocurrió nada digno de tan ingente cantidad de texto (de verdad, no es por escusarme).
Yo reconozco mi culpa, porque algo de razón tiene.
Debo mucho a la atención primaria. Y una de las cosas que le debo es que en su día fui caldo de cultivo para que los padres reclamaran con cierta asiduidad. Las primeras veces dolía, pero después haces callo y sabes sacar lo bueno que tienen. Soy de los que piensan que cuando alguien escribe una reclamación es que se le ha dado pie a ello. Y por eso deben leerse y servir de ayuda para cambiar todo aquello que se haya hecho de forma errónea.
Pero de ahí a catorce folios...
Lo más triste me parece que quien la puso fue un sanitario, y no fue capaz de decirme a la cara que estaba disgustado. Ni siquiera intuí que pudiera estar enojado de tal guisa.
Yo, aunque respeto y trato de aceptar las reclamaciones, soy más de hablar cara a cara, mirando a los ojos. Porque muchas veces el lenguaje suaviza lo que en tinta prende fuego. Y además "hablando se entiende la gente" ¿no?

sábado, octubre 30, 2010

Deseo

El otro día hice algo que quiero compartir. Me grabé cantando. No os podéis imaginar lo tremendamente absurdo que resulta cantar delante de una cámara.
Pero el caso es que estaba buscando los acordes de la canción "Deseo" de Pedro Guerra. Y una buena forma es buscar en youtube a algún amateur tocándola. Y entonces descubrí el vídeo de un tío que lo hacía genial, y me dije ¿por qué no hago yo lo mismo? Así que me puse manos a la obra.
Como me avergonzaba un poco me distorsioné algo la imagen.
No se me ocurrió otra cosa que compartirla en facebook y me he llevado una buena ristra de críticas de amigos que se han quedado perplejos ante mi inmadurez: "¿pero te has grabado delante de una cámara? ¿sin nadie que te viera? ¿y qué haces mirando a la cámara mientras cantas? Y me ha servido para reírme un poco de mi mismo, y pensar que todavía soy un chaval, capaz de esta insensatez.
Y para que no se diga aquí me atrevo a compartirlo con toda la blogsfera: ¡aúpa la inconsciencia!

sábado, octubre 23, 2010

Cómo dejar a un bebé en la cuna

El otro día aprendí cómo dejar a un bebé en la cuna gracias a un Manual de Instrucciones del Recién Nacido que cayó en mis manos:
"Posa la mano izquierda sobre la cuna para ir depositándome suavemente.
Tu mano derecha se situará a la altura de mi cuello, abarcando mi cabecita y parte de la espalda para controlar que la parte superior de mi cuerpo no se descompense y apoya también de forma suave sobre el colchón".
Al intentar ponerlo a la práctica tuve problemas, pues soy zurdo, y donde pone izquierda yo tenía que escribir en mi mente derecha. Realicé la operación mirando el texto para no fallar en nada. Finalmente fue todo un éxito: dejé a mi hijo en la cuna.
Y luego nos quejamos de que los padres nos hagan ciertas preguntas. ¿Queremos abolir el sentido común de los padres con estas recomendaciones?

Uno de los problemas que tenía en atención primaria es que cuando los padres me pedían consejo sobre algunos aspectos del cuidado del niño me limitaba a dar algún consejo un poco vago, y eso, en general, no gusta.
Por ejemplo, no basta con que digas que pueden ir empezando a darle verduras. Prefieren que les digas: "coge 2 patatas de tamaño mediano, 3 zanahorias, 30 gramos de arroz. Cuécelos a 130 º durante 30 minutos. Asegúrate de que la patata queda blanda. Después parte en trozos pequeños, como de un dedo, la zanahoria. Tritúralo todo junto con 130 ml del agua de cocer a velocidad turbo con la batidora, asegurándote de que tiene una consistencia blanda, como de crema. Espera 10 minutos a que se enfríe. Antes de ofrecerla a tu bebé coge un poco con una cuchara de café aunque sin café. Obsérvala. Si sale humo: quema. Si no sale humo puede que queme, pero siempre menos que cuando sale humo, así que posa la cuchara con el alimento sobre tu labio superior. Si no salía humo, pero te sale una ampolla es que miraste la cuchara en dirección a la luz: seguro que humeaba".
Que no se me ofenda nadie: que he exagerado para intentar arrancar alguna sonrisa.
Pero reconozco que muchas veces he mermado la capacidad creativa y de crianza de los padres con algunos consejos. Y según pasa el tiempo me parece que cada vez hay menos consejos que se puedan dar con seguridad científica. Si ahora me preguntara la madre de un recién nacido, a bote pronto se me ocurren tres: dale el pecho, acuéstalo boca arriba y no fumes (ni en la terraza...)

sábado, octubre 16, 2010

Vademécum neonatal

Hace poco tiempo salió una página web destinada a la seguridad del paciente en neonatología.
Incluye una guía farmacológica muy completa, donde aparece información muy práctica, como la forma de preparación de los fármacos o las compatibilidades.
Recientemente colaboré en la conversión de la guía para formato Isilo, de forma que se puede consultar fácilmente desde cualquier agenda electrónica o móvil en el que pueda instalarse Isilo.
Lo más sorprendente de todo es que la guía es gratuida. Y casi más sorprendente que todavía sólo haya habido 102 descargas de la guía en formato pdf y 13 de la guía para PDA.
Así que si queréis tener una guía completa y actualizada os animo a daros una vuelta. Y me ofrezco a responder vuestras dudas sobre la instalación de la guía para PDA, si es que tenéis problemas. Sólo tenéis que enviar un comentario y en cuanto pueda os contestaré.

miércoles, octubre 06, 2010

Carátulas

Hace mucho ya que escribí mi perfil. En él había que poner la música y libros favoritos y no sé cuántas cosas más.
Recuerdo que un día llegó a casa mi mujer preocupada porque al hablarle del blog a sus amigos habían visto cosas que les horrorizaba, como que una de mis películas favoritas es Sonrisas y Lágrimas o que me gusta Alejandro Sanz. Sus compañeros recomendaban que, aunque sólo fuera para disimular, pusiera algo más duro, como Rambo, Terminator y algún que otro grupo rockero.
Reconozco que soy un poco nenaza. Algunos lo maquillan diciendo que es sensibilidad, pero para qué nos vamos a engañar. Por ejemplo, cuando compongo sólo me salen melodías tristes.
Pero el caso es que hace no mucho tuve la presentación del libro de un amigo en La Casa del Libro, y no se me ocurrió otra cosa que musicar un poema suyo (o relato, o lo que sea, que yo no lo tengo claro). Él se escuda diciendo que es un libro de literatura no figurativa, pero es un tipo de arte que nunca entenderé.
El poema lo transcribo completamente (espero que no me pida derechos de autor):
"Carátulas, espátulas, canciones y enredos"
Y ya está. Pasa página.
Como se quedaba corto (o la música larga) añadí más texto y arranqué estos acordes. Aquí os dejo los más rockero que he compuesto nunca. Espero que os guste.

Piénsatelo antes de gritar

El otro día escucho desde el box (ese espacio en el que pasamos tantas horas viendo a los niños que acuden a urgencias) a una madre pegar unos gritos e improperios descomunales porque llevaba una hora esperando en la sala de espera. Ante las razones que le daba la enfermera de que los pediatras estábamos liados, que se había puesto enfermo un niño en la planta, la madre decía algo así como: "pero a mí lo que me importa es mi hijo, y no hay derecho a que todavía no le hayan visto, porque esto no es un servicio de urgencias, bla, bla, bla". Yo no recuerdo que dijera ninguna palabrota, pero sí que el tono de su voz me hizo presagiar lo peor: habíamos dejado en la sala de espera durante una hora a un niño que en menos de cinco minutos desde que llegó a la urgencia había sido valorado por una enfermera, pero que seguro había hecho una sepsis fulminante. Miré a mi derecha, a lo lejos vislumbré el cuarto de parada. Seguro que tendríamos que llevarlo allí, si es que no habíamos llegado ya demasiado tarde... Con cierto temblor en la voz hago pasar al paciente. Cuál es mi sorpresa cuando veo caminando por su propio pie a un niño de siete años, con una sonrisa en la boca, buen color de piel... Vamos, que hasta el frutero habría adivinado que ese niño no estaba grave.
Entonces es cuando tienes dos opciones: hacer que la madre se ponga roja de vergüenza por esos gritos ante un hijo que al lado del niño de la planta estaba como una rosa verbenera, o callarte como un capullo, porque bastante hay que lidiar en las guardias como para no salvaguardar las coronarias por tonterías. Por supuesto elegí la opción "b", pero no me resistía a contarlo aquí. Se fue silbando bajito...

martes, septiembre 21, 2010

La música, a veces

La música es el arte más puro. Nunca ofende. Siempre acompaña. La música acompasa a nuestro corazón. Si estamos tristes hace más suave nuestra pena, si estamos contentos transforma nuestra alegría en felicidad.
Tras mucho tiempo sin subir música al blog dejo esta canción. El título "Em" dice más bien poco. Tal vez inspirada en un año duro, porque la medicina no lo cura todo.
Ojalá la música, aunque sólo a veces, fuera bálsamo, alivio para esos padres, que lo han perdido todo.

lunes, septiembre 06, 2010

Nueva web sobre formación médica continuada en Neonatología

Aprovecho el espacio que me concede el blog para hacer publicidad de una web en la que estoy participando, ya que me sale gratuita.
Desde hace un tiempo estoy involucrado en una web de formación médica en Neonatología.
La web es 2.0, que significa que los usuarios participan en su construcción, aportando contenido científico. El registro es gratuito. Es preciso ser médico y solicitar un código de acceso que se envía por mail.
Creo que es una buena oportunidad para compartir conocimientos, así que animo a todo aquel que esté interesado en la neonatología a darse una vuelta por la web y a participar. La dirección es
www.cmehospitalpediatrics.com

miércoles, agosto 25, 2010

Pediatra de primaria, pediatra de hospital

A raíz de los últimos comentarios en el blog inicio esta entrada.
Como habréis podido notar los más avispados, tras el encabezamiento del blog ya no pone reflexiones de un joven pediatra, sino que desde hace ya un tiempo pone simple y llanamente "reflexiones de un pediatra". Y es que parece mentira pero uno va teniendo añitos y se empieza a sentir tan osado de poder dar consejos por la vida vivida (perdonad las redundancias e incorrecciones, pero tras las vacaciones mi cerebro está empezando a entrar en calor...)
Quería empezar este curso con una entrada donde os resumiera mis vacaciones, pero sería demasiado tostón (ojo: para vosotros y para mí). Y como ya he dicho, antes de irme de vacaciones leí un comentario de Anónimo (es el tío que más ha comentado en mi blog, también en el de casos clínicos) que me dejó pensativo.
Este verano he visto una película (ya os he contado un poco de mi veraneo) donde el protagonista dice al final algo así como: "soy el dueño de mi destino, capitán de mi alma" (sí, os he contado el final, pero como no he dicho de qué película se trata creo que eso "sí se vale").
Cuando uno empieza la vida laboral del médico puede tener la sensación de que es demasiado esfuerzo el que se hace para acabar diciendo que todo es un virus, que si un poquito de reposo y antiinflamatorios, que si habrá que vigilar la evolución.
Pero es que gracias a Dios la patología no es tan variopinta que nos permita vivir un capítulo de House cada día de nuestra vida.
Por eso el secreto de la felicidad en nuestra profesión (como el de todas) es estar contento con lo que uno hace. Y para eso tenemos que buscar nuestro queso.
Una reflexión muy tonta que ya he hecho, creo, alguna vez: estuve rotando en un prestigioso hospital de Neonatología en Miami. Roté con una doctora que tenía una situación que podría parecer envidiable: "neonatóloga de pro de un gran hospital". Pues bien, me pareció una persona más bien infeliz.
He conocido a médicos muy bien situados profesionalmente que no parecen felices (nunca sabe uno si realmente lo son). Y médicos en una situación humilde que disfrutaban de su trabajo.
Si estás en atención primaria y te parece que no es lo tuyo hay que huir. Creo que la privada es una buena opción para probar otro tipo de medicina.
Los médicos, en general, somos muy catetos ya desde muy al principio: si alguien se apunta a cursos de doctorado nosotros nos apuntamos a cursos de doctorado, si vemos que otro publica mucho nosotros queremos publicar mucho. Y eso desde los comienzos: si uno bordea el músculo esplenio en verde nosotros lo bordeamos en verde.
El pediatra tipo de hoy día quiere, cuando termina la residencia, quedarse a trabajar en el mismo hospital en el que se formó (público, por supuesto) ejerciendo su especialidad.
Y yo en su día me fui a primaria, porque los residentes que me antecedieron cuando terminaban iban a primaria.
Me estoy alargando y no he contado ni la mitad de lo que quería decir. Así que intentaré resumir.
La atención primaria tiene una parte muy gratificante. Hace no mucho oía un podcast de un pediatra de atención primaria que te dejaba pasmado ante sus conocimientos. El pediatra de atención primaria sabrá descubrir entre un millón de visitas, cuál es aquella que realmente requiere atención, cuál requiere una derivación adecuada, cuál sólo psicopediatroterapia, etc.
¿Ves muchos pacientes? Más opción de que veas patología interesante. ¿Ves pocos? Mayor calidad podrás darle. ¿Quieres estímulos? Haz guardias en un hospital terciario, crea un blog de casos clínicos, haz una página web de bibliografías en pediatría, crea el primer foro pediátrico de calidad en español, crea el primer podcast por un pediatra español, crea el primer rincón del residente de pediatría cibernético, donde haya sesiones semanales, resuelvas dudas, ayudes a casos difíciles. ¿Te falta tiempo? Sobre eso ya hemos hablado en otra ocasión: nunca falta tiempo para lo que uno quiere.
¿Qué he descubierto yo en el hospital? Que con mayor frecuencia se ven casos clínicos más interesantes. Que tienes compañeros que "controlan mazo" a quien siempre acudir cuando tienes dudas. Que puedes crearte tu terreno donde "superespecializarte". Pero también que haces más guardias que un tonto.
¿El estado ideal? No existe. Depende de nosotros.
Y aquí lo dejo, sin más, que empieza a atufar esta entrada a blog de autoayuda.

miércoles, julio 14, 2010

Pudimos

Me parece vergonzoso que siendo el fútbol una de mis mayores aficiones no le haya dedicado ni una mísera entrada al Mundial.
Y como ya es un poco tarde tampoco me voy a prodigar ahora en comentarios.
Sólo diré que me hizo muchísima ilusión que España ganara el mundial. Me ha dado mucha alegría por muchas razones, pero destacaría alguna: me cae muy bien del Bosque, han jugado como un equipo (no como el Madrid) y han hecho que los españoles estemos por unos días unidos y con un mismo deseo.
Pero tal vez entre todas tenga que destacar que para mi ha sido una sorpresa ver a mi mujer nerviosa viendo la final, cuando normalmente si veo algún partido con ella no comenta otra cosa que si Casillas se ha puesto un traje muy desconjuntado, o que si la barba a fulanito no le queda bien, o que si mira a ése qué pintas tiene...
En fin, un triunfo en toda regla: ¡pudimos!

martes, julio 06, 2010

Una verdadera crisis

Hace ya un tiempo leí en La Razón que Zapatero había sacado la ley del aborto como cortina de humo por la crisis económica. Y quedé completamente consternado. Hasta el día de hoy no me he repuesto. Que yo sepa una cortina de humo debe ser un asunto que se saca a la luz para tapar otro más importante. Pero si alguien piensa que la crisis económica es más importante que el aborto: estamos apañados. El titular (en un país donde no se haya distorsionado la evidencia) debería ser: Zapatero disminuye el sueldo a los funcionarios para que no se hable del tema del aborto.
Hace muy poco consolé a una compañera destrozada porque había tenido que asistir a un parto de un bebé de 23 semanas, para dejarlo morir, porque no hay nada que hacer por su vida. Yo hace tiempo pasé por ese mismo trago. Y me gustaría que cualquiera que esté a favor del aborto viniera a un parto de esos, y que juzgara él mismo si es o no es un acontecimiento desgarrador, y que me dijera si se trata o no de un ser humano. Aunque tal vez una semana antes es verdad que no sea nada, tal vez un ser vivo, o tal vez ni eso.

He pasado ya muchas horas de mi vida, mucas noches, tratando de sacar adelante vidas muy pequeñas, que suponen mucho trabajo y mucho esfuerzo. Y desconsuela saber que, a veces incluso en el mismo hospital, por vidas como ésas otros están solucionando la papeleta de un plumazo, sin tanto esfuerzo, sin perder horas de sueño, porque abortar a un niño no suele ser un procedimiento de urgencia, se planifica con calma. Tanta calma que supongo que podría calificarse como alevosía.
Soy pediatra de vocación. Y me gustaría gritar a los cuatro vientos que conmigo todas las madres pueden estar tranquilas. Me esforzaré siempre por mejorar la salud de sus hijos. El único sentido de mi profesión es ayudar a los más pequeños. A veces por mi cansancio, por mis pocos conocimientos, porque me ponga nervioso, porque no estudie todo lo que debiera, me puedo equivocar, y puedo no ofrecer a esos niños toda la buena atención que merecen. Pero matar, así, adrede, a un bebé: ya me lo puede pedir llorando su madre, que ahora mismo no entra en mis planes.
Me río yo de la crisis económica. Matar en este país a más de 100.000 niños al año en el vientre de sus madres: eso sí que es una verdadera crisis...

lunes, julio 05, 2010

Cronoterapia

Hay pediatras que en la urgencia son partidarios de la cronoterapia. ¿En qué consiste? Es muy sencillo: cuando acude un niño con un problema que no debería ser atendido en un servicio de urgencias se le deja esperar.
Es distinto de la lógica priorización de las patologías. La cronoterapia se aplica fundamentalmente cuando ya se han visto las verdaderas urgencias y sólo queda patología banal que debería ser resuelta por los padres, o en el peor de los casos en su centro de salud.
Personalmente no soy partidario de la cronoterapia por dos sencillas razones: tarde o temprano habrá que ver a ese niño, y más vale aprovechar ahora si hay tiempo porque nunca sabes en una guardia qué es lo que te puede venir después; y porque no creo que se haya demostrado útil para disminuir la frecuentación por el mal uso de los servicios de urgencias.
El día que haya algún trabajo que demuestre que la cronoterapia es útil igual me lo planteo.
La mala utilización de los servicios sanitarios es uno de los problemas que siempre me ha preocupado, porque me parece que no es nada fácil de resolver. Sobre todo cuando creo que los primeros que no estamos de acuerdo en qué es y qué no debe ser una urgencia somos nosotros, los médicos.
No dejo de asombrarme por el comentario de algún compañero que ante un niño de seis años que acude por cuatro vómitos y tiene una exploración normal, se queja de que venga por esa banalidad a urgencias, pero luego les dejan tolerando. Si le dejas tolerando intuyo que estás justificando que haya venido a urgencias.
¿Cómo saber si mi hijo tiene algo urgente? Si lo traes durante un partido de España es posible que así sea, aunque por desgracia he podido comprobar que aunque durante los partidos de España vienen muchos menos niños, aún siguen llegando algunos que no deberían venir.

martes, junio 29, 2010

Aprovechar las vacaciones

Ya se acerca el periodo vacacional. Recuerdo hace años -creo que había terminado tercero de carrera- que marchaba de vacaciones con mis padres a La Coruña.
En cuanto me subo en un coche, y más si no voy conduciendo, empieza a entrarme una pesadez en la cabeza y en los párpados que me impide mantenerme erguido. Primero empiezo a cabecear, luego cabeceo con babeo, y finalmente quedo sumido en un sueño simpre acompañado por un ruido blanco, el del motor. Y siempre sudando.
No recuerdo en qué soñaba. Pero antes de "caer" iba pensando en todo lo que iba a hacer: llevaba varios libros para aprender inglés, unos cuantos casetes para lo mismo (de esos de rebobinar con el boli bic...), otros cuantos libros de buena literatura... Ya sumergido en mi caluroso sueño oí un estallido que no he podido olvidar desde entonces. Un golpe seco, como de cartón gigante. Un frenazo. Abro los ojos. Un coche se había estrellado de frente contra un camión.
Como era lo más cercano a médico que había en mi coche mi padres me animaron a salir y ayudar.
Un hombre tendido sobre el arcén abrasador, con el brazo partido, pedía agua.
Poco hice, vi que hablaba, lo cual me pareció buena señal y comprobé que ya había muchas personas junto a él, ayudando.
Tal vez fue un incidente tontorrón. Pero me marcó para siempre. En un segundo vi cómo todos mis proyectos y planes para aprovechar el tiempo podían venirse abajo en décimas de segundo, y me di cuenta de que son realidad muchos de esos tópicos que se dicen en los funerales en el que el "top one" tal vez se lo lleve "no somos nadie".
Desde entonces no he dejado de hacer planes en vacaciones, y me llevo la maleta cargada de proyectos, libros, ilusiones; pero tal vez ahora sea más consciente de que lo único que se necesita para aprovechar unas vacaciones es estar con la familia, quererla, y dejarse querer.

lunes, junio 07, 2010

Madre tranquila

Tengo un paciente en la consulta, en seguimiento por prematuridad, que es un espectáculo verlo. Bueno, el espectáculo es su madre. Ya en alguna ocasión ha salido a relucir por aquí.
El caso es que es una madre con mucho sentido común y poco amiga de la medicalización de la asistencia infantil (lo cual es un fenómeno muy extendido, a mi entender).
Necesitaría veinte entradas para describir todo lo que ocurre en cada consulta. Pero hoy me relataba cómo fue su visita al psicólogo (la del niño). No está bien criticar a los compañeros (y yo he omitido mis opiniones); pero a juzgar por lo que me ha contado, el psicólogo había estudiado demasiado. Y ante cosas que hacían con el niño les decía: "no, eso no se lo hagáis, que puede ser malo", "insistidle en que haga esto otro..."
Después de suspender varios de los items que se supone que el niño debería ser capaz de hacer a los 6 meses de edad, ante la pregunta de la psicóloga: ¿coge el niño las cosas con las dos manos? La madre, ya un poco harta contesta: " no, porque no es avaricioso".
Y no he podido menos que echarme una carcajada (previamente había comprobado que coge las cosas con las dos manos, y perfectamente).
Luego me relataba su conversación con la vecina. Y no tenía desperdicio. Por eso cuando me ha preguntado cuántos gramos de verdura tenía que comer, me he quedado perplejo (como se quedó ella, al no saberlo, ya que se ve que su vecina tenía un estricto control de la dieta de su hijo).
Y es que reconozco que los pediatras, con nuestros consejos, muchas veces quitamos a los padres la iniciativa en el cuidado de sus hijos. Aunque es una triste verdad que los padres prefieren, en general, que se les dé todo perfectamente escrito.
Recuerdo a un enfermero adorado por las mamás, que pasaba consulta conmigo hace un tiempo, cómo les explicaba con ejemplos prácticos cuándo debían cambiarle de talla de pañal.

lunes, mayo 31, 2010

El palito del pediatra

El otro día salía de guardia (últimamente cualquier día puedo decir esto) y me llevé, sin quererlo (prometo que no lo robé) el "palito" con el que nos ayudamos para ver la orofaringe a los niños.
No había querido empezar a escribir esta entrada hasta hacer una fotografía al susodicho  palito; pero visto que me estaba demorando si al final hago la foto ya la incluiré luego (con lo que tendré que eliminar esta parte del post).
Recuerdo que siendo un tierno estudiante de Medicina, de vez en cuando iba con un compañero (y gran amigo) a hacer "prácticas" con otro gran amigo pediatra (que probablemente influyó en gran medida a que yo me dedicara a esto de la pediatría). Estando en su despacho vimos una caja llena de "palitos". Y acostumbrados como estábamos a la terminología médica, llena de palabros y nomenclatura estrambótica, le preguntamos cuál era el nombre técnico de los "palitos". Fue grande nuestra decepción cuando nos contestó -algo sorprendido, eso sí- que eran "depresores linguales".
Cuando llegué a mi casa para dormir allí estaba, como siempre, mi hijo de tres años, recibiéndome con los brazos abiertos. Entonces caí en que él probablemente nunca había visto un palito, y como queriendo confirmar mis sospechas le pregunté: ¿qué es esto? A lo que respondió con franqueza y sencillez: "no lo sé". Y reconozco que me dio mucha alegría.
Ser pediatra tiene una gran ventaja, y es que he ahorrado mucho tiempo de mi vida al no tener que acudir con tanta frecuencia al pediatra. Recuerdo a una madre que le "eché una bronca" cuando al ver el historial de su hijo de un año, sin ninguna enfermedad de base, vi que había acudido 100 veces al centro de salud. Y aunque gracias a Dios nadie lleva a su hijo al pediatra tal ingente cantidad de veces, si uno se pone a sumar horas perdidas en pedir cita, acudir a la cita, esperar ser visto de esa cita y vuelta a empezar, le saldrían -supongo- una buena cantidad de horas, que yo puedo dedicar a otras cosas, como por ejemplo a escribir un blog.
Y no digo que los pediatras no tengan que ir al pediatra. Como todos sabemos nadie es buen consejero propio. De hecho hace mucho pedí cambio de pediatra porque el mío no me gustaba (es una vieja historia que tal vez algún día contaré). Pero los problemas que han tenido mis hijos han sido banales. Y siempre se han resuelto con un poco de paciencia, sentido común y alguna pizca de ibuprofeno.
Y cuando hecho cuentas mis hijos suman en total unos 5700 días de vida. Y salvo una, que recibió tratamiento con Ampicilina y Gentamicina en el periodo neonatal por una sepsis precoz, no he necesitado utilizar ningún antibiótico hasta la fecha.
Y tampoco me parece eso muy común. Y cuando uno se pregunta por las causas, descubre que uno de los motivos me lo dio el otro día mi hijo de tres años, que no sabía lo que era un palito. Y es que, en general, nunca los exploro. Ni siquiera los llevo al pediatra a que los explore. Y es que está claro que el riesgo de recibir antibiótico es proporcional al número de veces que uno acude al pediatra.

jueves, mayo 27, 2010

Qué bonita es la primavera, ¡achís!

Llegó mayo, y con mayo el mes que se me antoja más primaveral. Es un mes que me encantaba; pero desde hace unos cuantos años es un mes que temo por su poder alergénico.
Y aunque parece un tópico (como ese de "nunca había hecho tanto frío por esta época", o "vaya primavera más rara este año") me parece que nunca había visto con tanto ímpetu acudir tanto niño alérgico a la urgencia. Para unos ya son síntomas conocidos, para otros es su primera crisis de asma. Los hay que vienen con los ojos que parece que el humor vítreo se les escapa por las órbitas.
Con todo lo duro que tienen las guardias (me encuentro actualmente en una maratón de la que espero salir vivo) es reconfotante poder ayudar a esos niños que vienen de madrugada, con dificultad respiratoria, con unos padres que han intentado aguantar, pero ya no han podido más al oír los pitos que resuenan en su caja torácica.
Pero también están los que siguen sorprendiéndome. Los asmáticos conocidos que son traídos por sus padres y que afirman con convicción de haber hecho lo correcto: "no le he dado nada para que lo vieran..."
Me parece un pelín cruel con los peques: como los que vienen por dolor de oído y no les han dado un analgésico (no vaya a ser que se les quite el dolor, supongo). Aunque tal vez es una postura que hemos propiciado con la filosofía de evitar la automedicación. Entonces entraría ahí más bien la educación sanitaria. Y yo, que desde este blog de vez en cuando desprendo ramalazos de educación sanitaria, recomiendo firmemente que si a tu hijo le duele el oído le des un analgésico para aliviarle el dolor (paracetamol o ibuprofeno en mayores de 6 meses) y que si es asmático y tiene dificultad respiratoria le administres un broncodilatador (salbutamol). Porque igual que los padres no tienen miedo a dar paractamol o ibuprofeno cuando su hijo tiene fiebre (e incluso la norma es que se excedan en su frecuencia y administración) ¿por qué no aliviar síntomas que a veces son igual o incluso más molestos que la fiebre?

miércoles, mayo 12, 2010

Política

Hoy cuando iba en coche, no sé porqué, la emisora de radio se ha "enganchado en "AM". Yo soy más bien de los que escuchan música o escucha podcast (alguna vez hablaré de mi adicción a los podcast), pero desde hace mucho tiempo (si es que acaso lo tuve alguna vez) presto poco interés por las tertulias y debates políticos.
De hecho, de vez en cuando veo de refilón la televisión que está en el cuarto de enfermeras de neonatos, y escucho sin quererlo alguna entrevista a estos personajes del mundo de la política, y me produce cierto ardor de estómago. Son siempre las mismas palabras, los mismos argumentos. Y yo es que no tengo ni idea de política, pero sí que sé captar lo que hay detrás de las personas. Y detrás de muchos políticos hay "un creerse importante que tirapatrás".
Pues no sé porqué me he enganchado con los discursillos. Y reconozco que he soltado una buena carcajada en dos o tres ocasiones. Y es que me hacía gracia Zapatero intentando convencerme que lo que decía ahora era muy importante y que había que creerle.
Porque una de las ventajas de no seguir los acontecimientos políticos con mucha fruición es que las últimas veces que vi al "presi" en la tele era diciendo que no había crisis. Y hoy, en su discurso, no hacía más que repetir lo de la crisis por activa y por pasiva. Y claro, yo no puedo evitarlo, y me río.
Pero con los políticos me pasa con lo de los pacientes que se enfadan: que cada vez me sulfuro menos. Reconozco que a veces me da un ramalazo de cabreo cuando oigo a la ministra de igualdad (así, sin mayúsculas, porque no se merece más), pero luego pienso: "pobrecita".
Y supongo que en alguna parte del mundo hay políticos buenos, que quieren nuestro bien, y que desempeñan su trabajo con honradez; pero al menos a mí, y ahora, no es lo que me llega.
Y con mi visión privilegiada por ausencia de seguimiento político, he visto cómo los seguidores de un partido político son peores que los hinchas más acérrimos de un equipo de fútbol. Defienden lo que diga su partido político sólo por el hecho de que sea éste quien lo diga.
Y me río yo de lo de la izquierda y la derecha (cuyos orígenes nunca he llegado yo a saber. Bueno acabo de llegar a saber, porque wikipedia lo tiene todo). Si los de la izquierda siempre han sido los que han favorecido a los más débiles, que me expliquen qué estan haciendo ahora con los seres humanos (o seres vivos, según ministra) que se matan dentro de los úteros maternos. Que la derecha fomente esa eugenesia todavía lo entiendo, pero la izquierda...

domingo, mayo 09, 2010

Los catarros

Hay una enfermedad, que es la infección respiratoria de vías altas, o catarro común, que la pobre no tiene ningún glamour. Seguro que envidia a la escarlatina, que deja estupefactos a los padres. El catarro es tontorrón. Y le damos tan poca importancia los pediatras que así lo transmitimos a los padres. Por eso es muy frecuente que cuando diagnosticas a un niño de catarro, los padres contesten algo así como: "pues de algún sitio le vendrá la fiebre". O si a la salida se encuentran con la vecina le dicen: "nos ha dicho que no tiene nada".
Y son futiles mil explicaciones sobre los virus. Porque el catarro tiene que asumir su condición de enfermedad tontorrona, fastidiosa, y sin glamour.

domingo, mayo 02, 2010

Lo que hay que oír

Como se trata de contar las historias desde el otro lado diré que hace unas horas, en este servicio de urgencias en el que me encuetro, he oído contra una de mis compañeros unas dulces palbras amenazantes de una madre nerviosa que decían algo así: "yo no soy médico, soy administrativo, y como le pase algo a mi hija le voy a arrancar los pelos del culo". Y me vais a perdonar que me ría mientras lo escribo, porque la cosa es seria; pero es que la gente no deja de sorprenderme.
Como hace tiempo nos dieron en el centro de salud (tiempos ya casi olvidados) un "minicurso" sobre agresiones, me he levantado para dirigirme al box y que hubiera una segunda persona allí presente. Y como justo ayer escuché un podcast (en www.businessenglishpod.com) que explicaba como responder a un cliente enfadado, me he acercado y le he dicho a la madre, con un tono suave: "tranquilícese, nosotros estamos aquí para ayudarle, ¿quiere que ayudemos a su hijo?" A lo que ha respondido, sin dudarlo y un poco enfurruñada: "no, no quiero que ayuden a mi hijo". Ante esto, como comprenderéis, uno se queda sin argumentos.
Le he dicho a la madre que se fuera un rato a la sala de espera, a tranquilizarse, y así lo ha hecho.
La historia de siempre: esta vez exigía que se le hiciera una ecografía abdominal.
Supongo que deben ser demasiados los casos en que los padres han oído eso de que si no le llegan a hacer unos análisis se muere el crío. Y supongo que habrá pasado. Pero no os podéis ni hacer una idea de las veces que acertamos. Porque, quieras o no, ver 2127 pacientes de urgencias en un año (es el número de niños que vi en urgencias durante el 2009) te hacen adquirir experiencia. Aunque diré que para mí hay una premisa muy importante: "a los padres hay que hacerlos mucho caso". Y nunca hay que confiarse.
Pero cada vez me sulfuro menos. Sé que hay miles de padres que saben hacerse cargo de la enfermedad de sus hijos, o que salen de la consulta agradecidos. Y, al menos hoy, pienso quedarme con ellos.
Sin casi darme cuenta hemos pasado de día, así que felicidades a todas las mamás (incluida la de la boquita de piñón) porque hoy es su día.

miércoles, abril 21, 2010

Un médico bueno o un buen médico

Es una tontería intentar separarlos, pero como juego mental no está mal.
Tú, ¿qué prefieres? ¿Un buen médico, o un médico bueno?
Sí, yo también prefiero los dos. Pero no se trata de eso, sino que hay que elegir.
Es como esa otra pregunta. ¿Qué prefieres: el dolor físico o el dolor moral?
Está claro que siempre uno interfiere en el otro.
Pero si a mí me dan a elegir,  y no me quedara otra alternativa, desde hace un tiempo lo tengo claro: prefiero un buen médico.
¿Qué va a pasar con la gerencia única? Que va a aumentar la competitividad. ¿Qué línea de actuación ha elegido mi hospital? Da por hecho que somos buenos médicos, así que ahora quiere que seamos médicos buenos, para lo que va a invertir dinero en cursos donde nos enseñen a ser amables.
No tengo claro que sea lo mejor; pero en parte estoy de acuerdo en que la mayoría de la gente quiere un médico bueno, amable, comprensivo, empático... Hay que fidelizar al cliente (ya no son pacientes, por desgracia).
Tal vez lo más triste sea que porque queremos fidelizar "clientes", ya que cliente llama a dinero, tenemos que ser buenos. Me gustaría más que tuviéramos que ser buenos porque los pacientes se lo merecen. Será cierto eso de "poderoso caballero es don dinero".

lunes, abril 05, 2010

Radiografías virtuales

Quedé pendiente de contaros lo que me pasó el otro día en la Urgencia.
Fueron dos casos similares con dos reacciones diferentes.
Niño de veinte meses que acude por fiebre de 3 días de evolución, exudado amigdalar en la garganta y en tratamiento con Amoxicilina.
Cuando les miro la garganta veo los exudados y planteo la opción más razonable: es posible que el origen de la infección sea un virus. Si el estado general del niño es bueno merece la pena esperar un poco más (uno o dos días al menos) porque es más que probable que el cuadro ceda espontáneamente.
Pero el primero de los padres (era un padre) no se quedó satisfecho. Entonces me sugirió que le hiciera pruebas. Le pregunté si le parecía bien una radiografía de tórax, a la que accedió.
Yo entiendo que está de moda el hacer intervenir a los pacientes y a los padres en las decisiones diagnósticas y terapéuticas. Pero a veces me entran dudas éticas. Aunque a priori estoy en contra de la actitud paternalista que en general (y me icluyo) tenemos los médicos, donde hay que hacer lo que nosotros dictamos.
Ya me ha ocurrido en más de una ocasión. En estos casos lo que me apetece es decirle al técnico de radiología que haga un poco el paripé, que ponga al paciente, diga eso de "no sueltes el aire" y que haga como que hace la radiografía. Incluso si hay que simular algún ruido, que lo simule. Yo ya me las arreglaría para imprimirle cualquier radiografía normal.
Pero lo cierto es que no solemos actuar así (no creo que nadie lo haga) porque en el fondo creo que no está bien ir dando radiografías de otros a distro y siniestro.
Llegó la radiografía, normal, y le expliqué al padre que ya podíamos ver que no tenía una neumonía y que se podía ir tranquilo.
Pero el padre no se iba, ni "patrás". Me pidió unos análisis. Primero empleé el argumento de que a lo mejor era hacer daño al crío de forma innecesaria. No sirvió. Y después (tonto de mí) empleé el peor de los argumentos posibles (si alguo lo ha probado alguna vez sabrá que es bien cierto lo que digo): le dije que suponía hacer un gasto econcómico sin motivo. Ahí el padre casi me revienta la cabeza (aunque sólo fuera con la mirada). No me empezó a golpear contra la pared agarrándome de los pies (era un padre robusto, os lo aseguro) por piedad, y porque tal vez todavía me quedan restos cicatriciales de mi última hazaña deportiva.
Entonces agaché la cabeza y le dije: "sí, guana, marchando análisis..." (no lo dije así, que parece que hay que aclararlo todo, pero así me sentí).
Así que tras los análisis ya pareció el padre contento. Claro que antes le había advertido (y esto si que fueron palabras textuales) que pensara que en algún momento tenía que parar. Le dije que hay muchísimas pruebas que se pueden hacer, incluida la punción lumbar, y creo que no había que agotar todas las posibilidades. El padre me dijo que con el análisis quedaba satisfecho (lo que no me dijo es qué quería que pidiera en el análisis, pero ése es uno de los poderes ya conocidos de los análisis: con que los hagas y les digas que está todo bien se van tan contentos, porque creen que todo es todo, pero todo es sólo todo lo que has pedido en el análisis).
Cuando le entregué el informe estuve a punto de ponerle (y no lo hice, claro): "Lista de enfermedades que no se descartan con estos análisis: tuberculosis, SIDA, linfoma, osteosarcoma, tumor de Wilms, fibrosis quística, enfermedad celiaca, y así hasta cincuenta, por ejemplo).
Luego vino otro niño con el mismo problema. Di la misma explicación a la madre. Pero ésta se fue contenta y agradecida.
Vaya por delante que pienso que a los padres hay que hacerles mucho caso. Pero pienso que hay límites razonables, que creo que rebasé.
No sé, ¿qué piensas tú?

martes, marzo 16, 2010

Es más fácil ser bueno que ser justo

Tenía un profesor de filosofía que no sabía imponer su autoridad. Nos pasábamos las clases no haciéndole caso. Aunque reconozco que como yo era un poco pelota y empollón sí le prestaba atención, o al menos más atención que la media.
Una vez dijo eso de que "es más fácil ser bueno que ser justo" y no sé porqué se me quedó grabado.
El otro día llegó a la urgencia pediátrica un chica de 14 años porque le había salido un bulto en el ojo. No llegué a pasarla a la sala de exploración. Vi se trataba de un orzuelo y le dije, amablemente, creo, que no era nada urgente. Que pidiera cita con su médico de cabecera.
Madre e hija se fueron sin rechistar, y han pasado ya unos días y no me ha llegado, que yo sepa, ninguna reclamación.
En general los pediatras nos quejamos de que hay un abuso importante de la urgencia pediátrica (creo que ya lo he comentado en má de una ocasión).
Entiendo que con las urgencias ocurre como con la locura: a veces es difícil marcar dónde está el límite.
Yo básicamente divido las urgencias en tres tipos:
- Las urgencias verdaderas
- No urgencias
- Urgencias dudosas.
O sea, que no creo que tengan que acudir sólo los niños con urgencias verdaderas, sino también aquellos con urgencias dudosas.
Lo que sí creo es que no deben acudir las no urgencias.
Pero claro, surge un problema, y es que si ponemos a varios pediatras varios casos clínicos seguramente no todos estén de acuerdo en clasificarlos según estos tres criterios.
Me dejo de rollos: el caso es que ¿qué pensáis que tendría que haber hecho con esta niña?
Si fuera bueno supongo que la tendría que haber atendido en la sala de exploración, haber hecho una correcta anamnesis, y valorar posteriormente la necesidad de algún tratamiento.
Pero eso: ¿sería justo? ¿Sería justo con la madre que ha tenido que molestarse en pedir cita para su hija, siguiendo la vía correcta, para el orzuelo de su hija? ¿Sería justo que al atenderla la madre pensara que había hecho bien en acudir a la urgencia? ¿Sería justo que se pagaran unos sueldos a profesionales sanitarios por tener que atender una sobrecarga "ficticia", engordada por falsa patología de urgencias?
En general procuro ser comprensivo con el agobio de los padres, pero creo que hay cosas que no se pueden pasar, aunque tal vez me equivoque.
Y para agobio de los padres el del otro día; pero me doy cuenta de que ya me he alargado demasiado, y sé que hay gente que hace con las entradas de los blogs como con los mails "graciosos": si son muy largos dejan de leerlos enseguida. Así que el agobio queda pendiente para la próxima entrada.

lunes, marzo 08, 2010

La inutilidad del sufrimiento

El otro día, cuando salía del portal, vi a una señora sudamericana que estaba esperando en la puerta. Hacía frío, ella hizo ademán de pasar, y yo no se lo impedí. Pero antes de dejarla pasar hice un análisis rápido de su persona. Creo que es uno de los defectos que ha acrecentado mi profesión: me gusta observar, para llegar a un diagnóstico, y así juzgo muchas veces equivocadamente a las personas. De todas formas si quería dejar pasar a esa mujer tenía que asegurarme de que no era una mala persona.
Sé que es imposible adivinar si alguien es una mala persona sólo mirándola, ni siquiera conociéndola, porque son tantos los factores que han podido influir sobre ella...
Era una mujer de unos treinta y cinco años, aunque aparentaba más, morena, de pelo lacio, mirada triste, paso lento, aunque decidido. Sobre su hombro colgaba un bolso pequeño, en el que era difícil que guardara un arma. Y en su mano tenía un libro, que cerró justo antes de que yo saliera, titulado La inutilidad del sufrimiento. Si se trataba de un libro de autoayuda, me pareció un título más bien poco acertado.
Todos tenemos un poco de artistas y un poco de filósofos. Y en mi parte de filósofo el sufrimiento es algo que siempre me ha sobrecogido, y más cuando he tenido que vivirlo de cerca, debido a mi profesión.
Justo hace unos días escuchaba un podcast sobre el sufrimiento de los padres de los niños que están en unidades de cuidados intensivosneonatales. Lo escuché en un intento por tener algún arma terapéutica al poder intentar aliviar, aunque sea muy parcialmente, el dolor de los padres.
En el episodio del podcast hablaba de las tres preguntas inútiles que se hacen los padres en estos casos. Tres preguntas que no hay que pararse a contestar, y que no hay que formularse, o dedicarlas el menor tiempo posible, ya que son preguntas estériles, con respuestas estériles.
Estas preguntas son (el podcast estaba en inglés, y yo haré mi traducción particular):
- Why? (¿Por qué). Cualquiera que esté en este mundo de la medicina sabe que ésta es una pregunta que aparece siempre, más cuando de lo que se informa es de un diagnóstico grave. Y muchas veces este porqué es imposible de conocer. Y cuando se conoce muchas veces no conduce a nada.
- What if...? (¿Qué pasaría si...?)
- If I...(Si hubiera...)
Estas dos preguntas son intentos, siempre frustrados, de volver al pasado para cambiar el destino. Y eso es imposible.
No sé de qué se hablaría en La inutilidad del sufrimiento. Pero a juzgar por el título no se lo recomiendo a nadie. El que sí recomiendo es un libro que me marcó en mi juventud: Una pena en observación. Donde a C. S. Lewis, que escribió mucho sobre el dolor, se le desmoronan todos sus argumentos ante la muerte de su mujer.
Está claro que el dolor tiene una parte de sufrimiento útil, por ejemplo cuando quito la mano del fuego, para no quemarme. También es evidente que en ocasiones nos hace más fuertes (lo que no te mata...) Pero también es evidente el componente psicológico que supone el dolor, atribuyéndole a éste mucho más dolor. No hay nada más que ver cómo un lactante tolera su catarro, mientras que si el mismo catarro nos alcanza a nosotros pasamos el día lamentándonos de lo incómodos que estamos.
Es por eso que pienso que muchas veces los niños sufren menos que los mayores. Y es por eso que a veces trato de convencer a los padres de que no es bueno que sufran más que sus hijos.
A una madre se le cae el mundo encima cuando diagnostican a su hijo de cuatro años de diabetes (y a mí también se me caería, claro) pero es curioso ver cómo el hijo lleva mucho mejor su enfermedad que los padres. Y me parece más positivo para el hijo que sus padres lo traten con la mayor normalidad posible.

martes, febrero 23, 2010

El deporte no puede ser bueno

Hace poco os hablaba de mis "hazañas deportivas". El otro día me preguntó mi hermano (uno que tengo muy deportista, que si pones su nombre en google aparece en las mil carreras que corre, y siempre en los primeros puestos) que si seguía haciendo algo de ejercicio (fue quien me hizo el programa de entrenamiento para la San Silvestre, y gracias a él conseguí hacer los cuarenta y cinco minutos y pico). Yo le contesté que poco, que un partido de fútbol a la semana, si llega. Y él me dijo que tenía que ir a correr, que lo de un partido a la semana sólo sirve para lesionarse.
Pues bien, rondaban sus palabras en mi mente y pensaba que tal vez tuviera razón. Porque es cierto que tras muchos partidos salgo con una molestia aquí, otra molestia allá. Poca cosa, pero sufieciente para considerar las sabias palabras de mi hermano, el deportista.
Y hete aquí  (espero que otro hermano que tengo, filólogo, escriba un comentario sobre "hete", para decirme si es un enclítico, si está correctamente empleado, si debería haber escrito he aquí...) que hace tres días estaba jugando al fútbol, y en el calentamiento tropiezo y ¡cataplás! me golpeo en toda la cara contra un banco muy mal puesto (la verdad sea dicha). El impacto fue importante (de hecho no tuve tiempo ni de poner las manos para protegerme del golpe), y nada más golpearme vinieron a mi mente dos cosas: Dios mío, que no pierda el conocimiento (ya me ha pasado alguna vez, y la gente se sobresalta mucho); y la otra cosa fue echarme la mano a la cara para comprobar que no había sangre. Entonces me levanté como si nada, con una medio sonrisa de imbécil, y me dispuse a seguir jugando como si no hubiera pasado nada. Pero entonces es cuando me percaté de que mi cara reflejaba alguna secuela del golpe, ya que empezó a acercarse gente hacia mí preguntándome qué tal me encontraba, y en sus rostros pude leer cierta cara de horror sobre lo que me había ocurrido. Entonces no tuve más remedio que acercarme a los vestuarios, y efectivamente comprobé que me había dado una buena chufa. Pero con un poco de hielo me repuse y pude jugar el partido.
Una de las peores cosas del golpe ha sido el tener que dar mil y una explicaciones de lo que me había pasado. Al día siguiente tenía guardia, y ya os podéis imaginar el "cachondeíto" de mis compañeros.
Cuando directamente les contestaba que me había peleado ponían cara de incredulidad (aunque en el fondo es lo que más de uno estaba deseando que contestara) y me decían: "venga, no te pega..." Lo cual uno nunca sabe si tomárselo a bien (¿acaso tengo yo tanta pinta de nenaza...?)
Luego estaban los sedentarios, que te dicen: "si es que el deporte no puede ser bueno..." A los que me dan ganas de responder: "yo tendré así la cara, pero si tú vieras cómo tienes las arterias..."
Y luego están los ofensivos, los que no tienen ningún pudor en lesionarte, internamente: "si es que a tu edad hay que ir pensando en retirarse..."
Lo cierto es que poco me ha pasado para lo que podía haber sido. Y en el fondo estoy muy agradecido por las numerosas muestras de preocupación que he recibido estos días. Y además, ahora ya no tendré que volver a contar la historia a nadie, les remitiré a mi blog, donde incluyo la foto de la chufa a los tres días. El color amarillento no corresponde a Betadine, por desgracia, supongo que se debe a la bilirrubina proveniente de las transformación del grupo hemo de los hematíes extravasados...

jueves, febrero 11, 2010

Un pediatro comprometido

Hoy me ha llegado un mail de esos que borro en cuanto leo dos líneas.
Pero como llevaba tiempo pensando dedicar una entrada al tema, y como sé que no sería capaz de hacerlo tan bien, os lo copio, que me parece brillante.
Espero que la autora no me cobre los derechos:

CONTRA LA TONTUNA LINGÜÍSTICA, UN POCO DE GRAMÁTICA BIEN EXPLICADA

Yo no soy víctima de la LOGSE. Tengo 48 años y he tenido la suerte de estudiar bajo unos planes educativos buenos, que primaban el esfuerzo y la formación de los alumnos por encima de las estadísticas de aprobados y dela propaganda política. En párvulos (así se llamaba entonces lo que hoy es "educación infantil", mire usted) empecé a estudiar con una cartilla que todavía recuerdo perfectamente: la A de "araña", la E de "elefante", la I de "iglesia" la O de "ojo" y la U de "uña". Luego, cuando eras un poco más mayor, llegaba "El Parvulito", un librito con poco más de 100 páginas y un montón de lecturas, no como ahora, que pagas por tres tomos llenos de dibujos que apenas traen texto. Eso sí, en el Parvulito, no había que colorear ninguna página, que para eso teníamos cuadernos.

En EGB estudiábamos Lengua Española, Matemáticas (las llamábamos "tracas" o "matracas") Ciencias Naturales, Ciencias Sociales, Plástica (dibujo y trabajos manuales), Religión y Educación Física. En 8º de EGB, si en un examen tenías una falta de ortografía del tipo de "b en vez de v" o cinco faltas de acentos, te suspendían.

En BUP, aunque yo era de Ciencias, estudié Historia de España (en 1º), Latín y Literatura (en 2º) y Filosofía (en 3º y en COU). Todavía me acuerdo de las declinaciones (la 1ª.: rosa, rosa, rosa, rosae, rosae, rosa en el singular; -ae, -ae, -as, -arum, -is, -is, en el plural; la segunda;-us, -e, -um, -i, -o, -o, en el singular; -i, -i -os, -orum, -is, -is, en el plural; no sigo que os aburro), de los verbos (poto, potas, potare, potabi, potatum, el verbo beber), de algunas traducciones ("lupus et agni in fluvi ripa aqua potaban; superior erat lupus longeque agni": el lobo y elcordero bebían agua en el río; el lobo estaba arriba, lejos del cordero; "mihi amiticia cum domino erat": yo era amigo del señor).

Leí El Quijote y el Lazarillo de Tormes; leí las "Coplas a la Muerte de su Padre" de Jorge Manrique, a Garcilaso, a Góngora, a Lope de Vega o a Espronceda...

Pero, sobre todo, aprendí a hablar y a escribir con corrección. Aprendí a amar nuestra lengua, nuestra historia y nuestra cultura. Aprendí que se dice "Presidente" y no Presidenta, aunque sea una mujer la que desempeñe el cargo.

Y... vamos con la Gramática.

En castellano existen los participios activos como derivado de los tiempos verbales. El participio activo del verbo atacar es "atacante"; el de salir es "saliente"; el de cantar es "cantante" y el de existir, "existente". ¿Cuál es el del verbo ser? Es "el ente", que significa "el que tiene entidad", en definitiva "el que es". Por ello, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se añade a este la terminación "-nte".

Así, al que preside, se le llama "presidente" y nunca "presidenta", independientemente del género (masculino o femenino) del que realiza la acción.

De manera análoga, se dice "capilla ardiente", no "ardienta"; se dice "estudiante", no "estudianta"; se dice "independiente" y no "independienta"; "paciente", no “pacienta"; "dirigente", no dirigenta"; "residente", o "residenta”.

Y ahora, la pregunta del millón: nuestros políticos y muchos periodistas (hombres y mujeres, que los hombres que ejercen el periodismo no son "periodistos"), ¿hacen mal uso de la lengua por motivos ideológicos o por ignorancia de la Gramática de la Lengua Española? Creo que por las dos razones. Es más, creo que la ignorancia les lleva a aplicar patrones ideológicos y la misma aplicación automática de esos patrones ideológicos los hace más ignorantes (a ellos y a sus seguidores).

No me gustan las cadenas de correos electrónicos (suelo eliminarlas) pero, por una vez, os propongo que paséis el mensaje a vuestros amigos y conocidos, en la esperanza de que llegue finalmente a esos ignorantes semovientes (no "ignorantas semovientas", aunque ocupen carteras ministeriales).

Lamento haber aguado la fiesta a un grupo de hombres que se habían asociado en defensa del género y que habían firmado un manifiesto.. Algunos de los firmantes eran: el dentisto, el poeto, el sindicalisto, el pediatro, el pianisto, el golfisto, el arreglisto, el funambulisto, el proyectisto, el turisto, el contratisto, el paisajisto, el taxisto, el artisto, el periodisto, el violinisto, el taxidermisto, el telefonisto, el masajisto, el gasisto, el trompetisto, el violinisto, el maquinisto, el electricisto, el oculisto, el policío del esquino y, sobre todo, ¡el machisto!

SI ESTE ASUNTO NO TE "DA IGUAL", PÁSALO POR AHÍ, A VER SI LE TERMINA LLEGANDO A LA MINISTRA DE "IGUAL-DA".

miércoles, febrero 10, 2010

Hazañas deportivas

Ayer, después de un mes y una semana, volví a salir a correr. Y me he dado cuenta de que poco os he contado de mi vida deportiva, tan poco como lo que probablemente os interese.

Siempre he sido un gran aficionado a jugar al fútbol. Y dentro de sus variantes en la que mejor me manejo es en la de fútbol sala (que antes llamábamos futbito). Y a mí me ha pasado como al Buitre (salvando las distancias…), que como he jugado mucho en casa aprendí a hacer buenos regates en muy poco espacio físico.

Qué tiempos aquellos en los que después de hacer los deberes (y a veces sustituyendo a la realización de éstos) cerrábamos la puerta y nos echábamos un partidito en la habitación. A veces era un verdadero partido, y otras veces un "gol regate". Nosotros creíamos que teníamos engañados a mis padres, que no sabrían nada de nuestros escarceos deportivos. El problema mayor era cuando disparabas contra la puerta, que retumbaba que no veas. Entonces mi madre nos daba algún "toque".

Reconozco que he pasado muy buenos momentos (nostalgia de la infancia) jugando al fútbol con mis hermanos en casa. Y recuerdo que mis deseos de jugar al fútbol eran tremendos después de ver algún partido que televisaban. Supongo que me pasaba también cuando veía Karate Kid, que luego tenía ganas de hacer la grulla…

Mi mayor chasco deportivo llegó cuando tendría unos catorce años (más o menos, no recuerdo bien). Yo estaba en el equipo de atletismo del colegio. Me habían metido para resistencia. No competía mucho, pero reconozco que mis aptitudes para los trayectos largos no son mi fuerte. Así que mi recuerdo es el de quedar siempre en un puesto mediocre.

Y llegó el día de mi mayor varapalo. Por motivos de necesidad de participación, para obtener más puntos en una competicón, era necesario que alguien saltara pértiga. Así que decidieron que yo era la persona indicada. Y no os negaré que a priori me veía mucho mejor preparado para la pértiga que para la resistencia. El reto: saltar un metro cincuenta. Ahora os entrará la risa, como me está entrando a mí al escribir esto. Un metro cincuenta era menor que el tamaño de la pértiga. Si queréis imaginaros la altura a que corresponde poneos de pie y situad vuestra mano a la altura del cuello. Pues eso (con algunas variaciones, claro).

Tengo que decir, para mi honra, que en los entrenamientos lo logré… Pero llegó el día y yo me lancé corriendo con toda la fuerza de que era capaz para luego resbalar la pértiga sobre el cajetín (o como demonios se llame) y hacer una especie de salto entre grulla y koala. Aguantando el orgullo por dentro. Y así no una vez, ni dos: hasta tres, que gracias a Dios era el máximo. Si fallas tres veces se acaban todas tus oportunidades.

Pero bueno, no todo han sido derrotas. Recuerdo con tremenda emoción cómo conseguimos subir el equipo de fútbol sala de la facultad de Medicina a primera categoría (donde no se hallaba desde hacía mucho tiempo). Fueron los momentos de triunfo.

Y pasan los años y uno se da cuenta de varias cosas: que tengo que ir cambiando lo de "reflexiones de un joven pediatra" y de que uno ya no es lo que era... Aunque os diré, a mucha honra, que en el último año conseguí dos hazañas deportivas: ganamos el campeonato de fútbol sala del colegio de médicos (que con un equipo muy distinto ya había ganado, cuando era un tierno estudiante de medicina, por lo que me hizo una tremenda ilusión) y conseguí mejorar mi "marca" de la "San Silvestre".

jueves, febrero 04, 2010

El estudio que no haré

Hace unos días que vengo pensando en hacer un estudio sobre dos fenómenos curiosos:
El primero trataría del empleo del móvil mientras el paciente está siendo explorado en el box de urgencias. A priori me atrevería a aventurar una cifra del diez por ciento. Que así, de primeras, puede no parecer muy alta. Pero os aseguro que no dejo de sorprenderme de la puntería que tiene la gente para llamar, o del gran número de veces que se llama. Lo de que los móviles interfieren con los equipos médicos ya no se lo cree nadie; pero tampoco estaría mal un poco de moderación. Recuerdo un día, que durante la consulta sonó el móvil del padre del paciente cuatro veces, una detrás de otra. El padre se limitaba a cortar la llamada (al menos no respondió las cuatro veces). Y me hizo gracia, porque la tercera vez empezó a lanzar improperios contra aquél que no hacía más que llamar. Como ya algunos sabéis fui tardío en eso de la adquisición del móvil, y tal vez entonces no lo sabía, pero ahora he descubierto lo sencillo que es apagarlo.
El segundo estudio trataría sobre el porcentaje de padres que apagan la televisión cuando paso la visita del recién nacido. Ahí sí que no me equivoco si digo que el porcentaje es del uno por ciento, o tal vez menor.
Tal vez sea yo el exagerado. Pero me cuesta entender que desde primera hora de la mañana todas las televisiones estén encendidas. Como si el nacimiento de su hijo no fuera una noticia demasiado importante, que fuera preciso rellenar con el ruido de la "caja tonta". Si el tiempo que dedican a ver (o escuchar) la tele lo emplearan en contemplar a su hijo recién nacido otro gallo cantaría.
Y ya no me meto yo en lo que vean o dejen de ver la televisión; pero cuando entro en la habitación siempre me presento: "buenos días, soy el pediatra y voy a ver al recién nacido..." Pues bien, casi ninguno apaga la televisión. Y ante esto caben dos opciones, pedirles por favor que la apaguen, o seguir como si tal cosa.
A mí me cuesta estar todo el día como policía, diciendo a cada uno lo que tiene que hacer, así que generalmente opto por ver al niño con la tele de fondo. De hecho, me he dado cuenta de que los soplos cardiacos que tienen importancia son aquellos que se escuchan cuando la televisión tiene al menos un volumen de "5".
Y es que pasando el nido (como llamamos al acto de explorar a los recién nacidos) se ve cada cosa... Alguna vez he entrado a una hora prudente (pongamos las once de la mañana) y el padre estaba acostado, con su pijama y su torso desnudo, arropado con su sabanita, en el sofá del acompañante. De modo que cuando yo entro hasta me siento mal, por perturbar su descanso. En esa ocasión el padre me miró con los párpados entreabiertos, molestos por la luz del día, puso cara de no conocerme (como efectivamente así era), se dio media vuelta, e intentó arrancar unos minutos más de sueño a ese día ya algo avanzado.

miércoles, enero 27, 2010

Tutorial Pubmed

Hoy he decidido hacer mi primer tutorial y compartirlo en el blog. A los que no sean médicos probablemente no les interese un pimiento, y a los que sí lo sean seguramente tampoco; pero el caso es que me hacía ilusión colgar el vídeo en algún sitio y como tengo el blog: aquí que lo he plantado.
Agradecería todo tipo de comentarios. Si alguien se da cuenta que el número de comentarios negativos puede hacer mella en mi autoestima que mienta y ponga algo positivo...
Y si os gusta un día puedo poner el tutorial con la interrupción de mi hija... ¡No tiene desperdicio!

martes, enero 26, 2010

Consentimiento informado

El otro día nos hicieron una auditoría. Yo siempre he estado más bien al pie del cañón en esto de la pediatría. He pisado pocos despachos importantes y reconozco que me intereso poco por las cosas que preocupan mucho a los sindicatos.
Y ni siquiera sé muy bien qué es una auditoría. Y ni siquiera me detuve mucho a ver qué se hacía, pero de lo que vi de refilón os puedo contar mi percepción tal y como la vería un niño de cinco años:
Una auditoría es cuando viene una señora de unos cincuenta años a fisgar por todo lo que tienes con la intención de buscar todas las faltas posibles. Es un día en el que el supervisor resopla a cada rato porque al parecer las cosas no se encuentran como debían. La señora lleva una libreta muy grande donde no para de apuntar con aire de autosuficiencia muchas cosas, y pone muchos peros. Y aunque estaba encantada poniendo sobre la pared a la enfermera me acerqué y le dije: lo siento, la enfermera tiene que venir conmigo a ayudarme a hacer una punción lumbar.
Pero claro, no le sentó bien. Y después de hacer la punción lumbar (a la segunda, que últimamento no atino bien) la auditora, o como se llame, se quedó escandalizada de que la hubiera hecho sin un consentimiento informado.
Y probablemente no le falte razón, y le sobren todas las que yo le pueda dar. Pero lo que no sabe esa auditora (sé que estáis notando que me muerdo la lengua para no usar otros calificativos) es el tiempo que dediqué a los padres explicándole los motivos y las razones por las que había que hacer la punción. Ni el tiempo que pasé al lado de los padres intentándoles consolar ante lo que para ellos es un mundo: la necesidad de ingresar a su hijo recién nacido.
Tal vez haya que pedir consentimiento informado para cada alimento que hay que introducir en la dieta del niño (no olvidemos que algunos de ellos provocan reacciones alérgicas graves), o antes de extraer un análisis de sangre, o antes de la administración de cualquier fármaco.
Pero en el mundo en que vivimos, lleno te tecnología, las historias clínicas rebosan consentimientos informados que nos libren a los médicos de acabar en el "talego".
Tal vez sea hora de que empiece a cambiar mi manera de pensar, no vaya a terminar yo también encarcelado, pero dejadme que aún crea -como creía Marañón- que los problemas de denuncias son problemas de relación médico-paciente, aunque sé que cada vez tengo más motivos para no creer estas palabras, porque algunos andan muy necesitados de dinero, supongo.

miércoles, enero 20, 2010

Año nuevo, vida nueva

Como veis empiezo el año como lo terminé, con ciertas dificultades para tener actualizado el blog. Ésta que acabo de escribir, para mi consuelo, es una de las frases más repetidas de los blogs que sigo.
Y como tengo una cuñada que se ha propuesto este año leer más los blogs, y como tengo un hermano que se ha propuesto escribir más en su blog (y no hay quién lo pare), aquí me encuentro, dispuesto a cumplir también mis propósitos de Año Nuevo. Porque como ya dije en una ocasión: soy de esos que hacen propósitos.
Aunque si soy sincero tengo que decir que el de actualizar los blogs no entra dentro de mis propósitos. Y como no me importa compartir parte de lo que vivo os voy a escribir mis propósitos, por si aún hay alguien pendiente de hacerlos y le pueden ayudar.
Primero he de decir que la clave para poder cumplir los propósitos está en que sean pocos y realizables. Yo he de decir que los míos son pocos e irrealizables, así que sólo un cincuenta por ciento de mis propósitos son propósitos como tienen que ser.
En fin, sin más dilación, y como andaréis ansiosos de conocerlos (?) aquí van, son sólo dos:
Primer propósito: dormir ocho horas, salvo cuando tenga guardia claro (en cuyo caso mi objetivo es dormir 9 ó 10... es broma, por si hay algún despistadillo). Os diré que en lo que lleva de año ya he conseguido cumplirlo dos días. No está mal ¿eh? Y una cosa que he observado cuando duermes lo que debes es que sueñas más (o sueñas lo mismo, pero te acuerdas de lo soñado porque probablemente tu despertar es más fácil que ocurra en la fase REM, supongo). El mundo de los sueños es apasionante. Entre otras cosas ha dado de comer a muchos psicoanalistas. Y por si hay algún psicoanalista leyendo le voy a contar un sueño que tuve, que es mi favorito, y que es el sueño que todos han deseado soñar, y que sólo algunos hemos conseguido. Es curioso, pero con frecuencia me acuerdo de sueños que tuve incluso cuando era pequeño. Bueno a lo que voy: un día soñé que jugaba al fútbol en la selección española de fútbol. Podéis pensar que es simplón, pero es fantástico. Pero precisamente esa es otra de las observaciones que he venido haciendo últimamente. El ser humano, tras el halo de complejidad que le queremos otorgar, es bastante simplón. Otra cosa que he observado últimamente, y que me preocupa, es que cuando digo que las mujeres son muy complicadas todas me dan la razón. Todavía no ha habido ninguna que me contradiga. Y no me negaréis que es un poco sospechoso que no tengan problema en aceptar algo que se supone que es un defecto. Tal vez ellas efectivamente no sean tan simples...
Segundo propósito: escuchar. Éste es el típico propósito vago, impreciso, que nunca debería hacerse. Pero yo lo he hecho, y a lo hecho, pecho. Escuchar a todos: pacientes, enfermeras, compañeros...
Y bueno, aunque no esté en mi lista de propósitos intentaré actualizar más el blog. Al menos una vez por semana...
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