domingo, mayo 02, 2010

Lo que hay que oír

Como se trata de contar las historias desde el otro lado diré que hace unas horas, en este servicio de urgencias en el que me encuetro, he oído contra una de mis compañeros unas dulces palbras amenazantes de una madre nerviosa que decían algo así: "yo no soy médico, soy administrativo, y como le pase algo a mi hija le voy a arrancar los pelos del culo". Y me vais a perdonar que me ría mientras lo escribo, porque la cosa es seria; pero es que la gente no deja de sorprenderme.
Como hace tiempo nos dieron en el centro de salud (tiempos ya casi olvidados) un "minicurso" sobre agresiones, me he levantado para dirigirme al box y que hubiera una segunda persona allí presente. Y como justo ayer escuché un podcast (en www.businessenglishpod.com) que explicaba como responder a un cliente enfadado, me he acercado y le he dicho a la madre, con un tono suave: "tranquilícese, nosotros estamos aquí para ayudarle, ¿quiere que ayudemos a su hijo?" A lo que ha respondido, sin dudarlo y un poco enfurruñada: "no, no quiero que ayuden a mi hijo". Ante esto, como comprenderéis, uno se queda sin argumentos.
Le he dicho a la madre que se fuera un rato a la sala de espera, a tranquilizarse, y así lo ha hecho.
La historia de siempre: esta vez exigía que se le hiciera una ecografía abdominal.
Supongo que deben ser demasiados los casos en que los padres han oído eso de que si no le llegan a hacer unos análisis se muere el crío. Y supongo que habrá pasado. Pero no os podéis ni hacer una idea de las veces que acertamos. Porque, quieras o no, ver 2127 pacientes de urgencias en un año (es el número de niños que vi en urgencias durante el 2009) te hacen adquirir experiencia. Aunque diré que para mí hay una premisa muy importante: "a los padres hay que hacerlos mucho caso". Y nunca hay que confiarse.
Pero cada vez me sulfuro menos. Sé que hay miles de padres que saben hacerse cargo de la enfermedad de sus hijos, o que salen de la consulta agradecidos. Y, al menos hoy, pienso quedarme con ellos.
Sin casi darme cuenta hemos pasado de día, así que felicidades a todas las mamás (incluida la de la boquita de piñón) porque hoy es su día.

1 comentario:

Hector dijo...

Hay que ver las cosas que pasan. Es cierto que cualquier padre por sus hijos llegado el caso más extremo debería "matar", como dice la Esteban (aunque yo personalmente creo que más bien se tendría que decir "yo por mis hijos muero" antes que "yo por mis hijos mato"). El problema es que también debe (o debería) saber cuándo, y si realmente es necesario "matar". Y por desgracia a día de hoy vemos cierta gente decidida a "matar por su descendencia" en momentos en los que esto no es necesario, creyendo enemigo de sus niños a quien en realidad no lo es (por cierto que me gustaría saber si muchas de dichas personas también estarían tan dispuestas a "morir por su descendencia" como a matar por ella, o sin llegar a ser tan drásticos, mísmamente a postergar un divorcio o ruptura matrimonial hasta que los hijos tuviesen ya una edad donde esa ruptura no les afectase tan profundamente). Afortunadamente estas amenazas no representan a la mayoría de los padres de nuestros pequeños pacientes, quienes valoran nuestro trabajo y procuran ayudarnos en todo lo posible a mantener la salud de sus hijos. Un saludo y enhorabuena por tu blog. H.

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