martes, junio 29, 2010

Aprovechar las vacaciones

Ya se acerca el periodo vacacional. Recuerdo hace años -creo que había terminado tercero de carrera- que marchaba de vacaciones con mis padres a La Coruña.
En cuanto me subo en un coche, y más si no voy conduciendo, empieza a entrarme una pesadez en la cabeza y en los párpados que me impide mantenerme erguido. Primero empiezo a cabecear, luego cabeceo con babeo, y finalmente quedo sumido en un sueño simpre acompañado por un ruido blanco, el del motor. Y siempre sudando.
No recuerdo en qué soñaba. Pero antes de "caer" iba pensando en todo lo que iba a hacer: llevaba varios libros para aprender inglés, unos cuantos casetes para lo mismo (de esos de rebobinar con el boli bic...), otros cuantos libros de buena literatura... Ya sumergido en mi caluroso sueño oí un estallido que no he podido olvidar desde entonces. Un golpe seco, como de cartón gigante. Un frenazo. Abro los ojos. Un coche se había estrellado de frente contra un camión.
Como era lo más cercano a médico que había en mi coche mi padres me animaron a salir y ayudar.
Un hombre tendido sobre el arcén abrasador, con el brazo partido, pedía agua.
Poco hice, vi que hablaba, lo cual me pareció buena señal y comprobé que ya había muchas personas junto a él, ayudando.
Tal vez fue un incidente tontorrón. Pero me marcó para siempre. En un segundo vi cómo todos mis proyectos y planes para aprovechar el tiempo podían venirse abajo en décimas de segundo, y me di cuenta de que son realidad muchos de esos tópicos que se dicen en los funerales en el que el "top one" tal vez se lo lleve "no somos nadie".
Desde entonces no he dejado de hacer planes en vacaciones, y me llevo la maleta cargada de proyectos, libros, ilusiones; pero tal vez ahora sea más consciente de que lo único que se necesita para aprovechar unas vacaciones es estar con la familia, quererla, y dejarse querer.

lunes, junio 07, 2010

Madre tranquila

Tengo un paciente en la consulta, en seguimiento por prematuridad, que es un espectáculo verlo. Bueno, el espectáculo es su madre. Ya en alguna ocasión ha salido a relucir por aquí.
El caso es que es una madre con mucho sentido común y poco amiga de la medicalización de la asistencia infantil (lo cual es un fenómeno muy extendido, a mi entender).
Necesitaría veinte entradas para describir todo lo que ocurre en cada consulta. Pero hoy me relataba cómo fue su visita al psicólogo (la del niño). No está bien criticar a los compañeros (y yo he omitido mis opiniones); pero a juzgar por lo que me ha contado, el psicólogo había estudiado demasiado. Y ante cosas que hacían con el niño les decía: "no, eso no se lo hagáis, que puede ser malo", "insistidle en que haga esto otro..."
Después de suspender varios de los items que se supone que el niño debería ser capaz de hacer a los 6 meses de edad, ante la pregunta de la psicóloga: ¿coge el niño las cosas con las dos manos? La madre, ya un poco harta contesta: " no, porque no es avaricioso".
Y no he podido menos que echarme una carcajada (previamente había comprobado que coge las cosas con las dos manos, y perfectamente).
Luego me relataba su conversación con la vecina. Y no tenía desperdicio. Por eso cuando me ha preguntado cuántos gramos de verdura tenía que comer, me he quedado perplejo (como se quedó ella, al no saberlo, ya que se ve que su vecina tenía un estricto control de la dieta de su hijo).
Y es que reconozco que los pediatras, con nuestros consejos, muchas veces quitamos a los padres la iniciativa en el cuidado de sus hijos. Aunque es una triste verdad que los padres prefieren, en general, que se les dé todo perfectamente escrito.
Recuerdo a un enfermero adorado por las mamás, que pasaba consulta conmigo hace un tiempo, cómo les explicaba con ejemplos prácticos cuándo debían cambiarle de talla de pañal.
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